jueves, 27 de mayo de 2010

Santísima Trinidad

= Domingo 30 de Mayo, 2010




Solemnidad

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Escúchanos, Señor



Primera Lectura

Lectura del libro de los Proverbios (8, 22-31)

Esto dice la sabiduría de Dios:

“El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas. Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera. Antes de que existieran los abismos y antes de que brotaran los manantiales de las aguas, fui concebida.

Antes de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo. Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo del universo, cuando él afianzaba los cielos, ahí estaba yo.

Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, cuando establecía los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras, yo era su encanto cotidiano; todo el tiempo me recreaba en su presencia, jugando con el orbe de la tierra y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



Salmo Responsorial

Salmo 8

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.

¡Qué admirable, Señor, es tu poder!



Segunda Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (5, 1-5)

Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (16, 12-15)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío.

Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



Comentario a la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas, que el amor del Padre y el Hijo, la comunión con el Espíritu Santo, nos colmen con su paz y su amor.


Hoy celebramos uno de los misterios más grandes de nuestra fe, la Santísima Trinidad: al Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que con su único Hijo y el Espíritu Santo, son un solo Dios, un solo Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola substancia divina.


Y esto lo creemos porque Él lo reveló, de su Hijo y también del Espíritu Santo, de modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos a tres personas distintas, en la unidad de un solo ser e iguales en su majestad.


La revelación de Dios como misterio trinitario constituye el núcleo fundamental del mensaje del Nuevo Testamento. El misterio de la Santísima Trinidad ha sido evento salvador antes que una doctrina, pues el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han estado siempre presentes en la historia de la humanidad.


En esta salvación trinitaria, la iniciativa le corresponde al Padre, que envía, entrega y resucita a su Hijo Jesús; donde Jesús, en la obediencia al Padre realiza históricamente la salvación con su obediencia al Padre, que por amor se entrega a la muerte; y quien realiza la actualización perenne es el Espíritu Santo, que habita en el creyente como principio de vida nueva configurándolo con Jesús en su cuerpo que es la Iglesia.


Las lecturas nos llevan a ilustrar lo que es este misterio trinitario. La primera lectura de los Proverbios es un himno a la sabiduría divina, que es trascendente pues es el proyecto de Dios, su Palabra; pero también es encarnada pues se realiza en la creación y en la historia.


Este himno, ha sido en la tradición cristiana un preanuncio de la encarnación del Verbo (Jn 1), que “al principio estaba junto a Dios…” (Jn 1,2-3), y que al final de los tiempos “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).


La carta a los Romanos, san Pablo afirma la dimensión trinitaria de la vida creyente, y el evangelio (Jn 16,12-15) habla del Espíritu como defensor (“Paráclito”) y maestro, es el “Espíritu de la verdad”, que tiene por misión el “llevar a la verdad completa” a todos los hombres


La Revelación tiene su origen en el Padre, se realiza por el Hijo y se perfecciona en la Iglesia con el Espíritu Santo.


¿Y qué nos dice todas estas cosas a nosotros, los creyentes? Esta acción de Dios Uno y Trino la conocemos a través de su manifestación en la historia, en nuestra historia que al ser tocada por Dios se ha convertido en historia de salvación.


La Trinidad nos habla de una comunidad en el amor, una comunidad donde Dios-Amor nos crea y nos redime, todo por amor. Tal comunidad es el ejemplo a seguir en nuestra vida, como comunidad de creyentes, vivir unidos en un solo espíritu y una sola alma por el amor.


Creer en Dios Uno y Trino significa dejarme transformar por el amor inconmensurable de Dios que me ama hasta la locura de salir de sí mismo, para crearme, darse a conocer, salvarme y brindarme lo mejor: su misma vida divina.


Que esta fiesta solemne de la Trinidad nos haga tomar conciencia de nuestro ser cristianos, de nuestro bautismo en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que seamos sus testigos en todo el mundo hasta el fin de los tiempos. Amén.

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