miércoles, 28 de julio de 2010

Decimoctavo Domingo del Tiempo Ordinario-Ciclo C

Domingo 01 de Agosto, 2010

Señor, ten compasión de nosotros
Nuestra vida es tan breve como un sueño

Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiastés (Qohélet) (1, 2; 2, 21-23)
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad, y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó.
Esto es vana ilusión y gran desventura. En efecto, ¿qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y afanes bajo el sol? De día dolores, penas y fatigas; de noche no descansa. ¿No es también eso vana ilusión?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 89
Señor, ten compasión de nosotros.
Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen.
Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche.
Señor, ten compasión de nosotros.

Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca.
Señor, ten compasión de nosotros.

Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos?¿Hasta cuándo?
Señor, ten compasión de nosotros.

Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. 
Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras.
Señor, ten compasión de nosotros.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (3, 1-5. 9-11)
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, 
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo,
no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. 
Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos
juntamente con él. Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría.
No sigan engañándose unos a otros; despójense del modo de actuar del viejo yo 
y revístanse del nuevo yo, el que se va renovando conforme va adquiriendo el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.
En este orden nuevo ya no hay distinción entre judíos y no judíos, israelitas y paganos, 
bárbaros y extranjeros, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12, 13-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó:
“Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.
Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. 
Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo 
y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
El Eclesiastés pertenece a un grupo de libros que llamamos sapienciales.
Para la sabiduría bíblica, la realidad y la experiencia son lugar de revelación divina, cuando el ser humano se entrega a la reflexión y a la tarea de leer los acontecimientos en clave “divina”.
El sabio Qohélet es un autor, por lo menos, desconcertante. La pregunta que mueve toda la reflexión de su libro es ésta: “¿Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?” (1,3) y su respuesta: vanidad de vanidades, todo es vanidad.
En este pasaje nos dice que “Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión”, que nos conecta con la frase evangélica: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero?”, pues por mucho que nos afanemos, nada nos vamos a llevar.
Dando un salto, Qohélet nos recuerda el sabor de las cosas sencillas, de las cosas ordinarias, que son don de Dios. No hace falta un esfuerzo grande para encontrar a Dios. La vida tiene sentido porque somos personas humanas, hechos “imagen y semejanza de Dios”, y como tales debemos dirigir nuestra vida a buscar ser imágenes de Él y no a quedarnos en las cosas temporales.
Con respecto a la segunda lectura, Pablo intenta afirmar la supremacía de Jesucristo por encima de toda realidad cósmica, terrena o supraterrena.
Pero ayudándonos de esta lectura podemos complementar la reflexión de Qohélet, pues se nos invita –ya que hemos resucitado con Cristo-, a que busquemos los bienes de arriba, donde está Cristo, se nos invita a poner todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque por el bautismo hemos muerto y resucitado a una vida que está escondida con Cristo en Dios. 
Pues estamos llamados a la gloria con Cristo, por eso debemos dar muerte a todo lo malo que pueda haber en nosotros. Porque Dios nos creó a su propia imagen.
Y es que el bautismo nos introduce como cristianos en la posesión ya actuada de la salvación, que está en movimiento. El bautismo nos une a Cristo y nos hace participar de sus riquezas: “fuimos sepultados con Cristo y luego resucitados por haber creído en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (2,12).
Por lo tanto hay que hacer morir al “hombre viejo”, que es egoísta, mentiroso, esclavo de sus apetencias, en cambio el “hombre nuevo” es bondadoso y compasivo, misericordioso, comprensivo, preocupado por los demás, comunitario, actúa de la misma manera que Cristo ha actuado en él. Es por eso que la nueva condición de personas nuevas –hombres nuevos- se va renovando cada día según la imagen del creador.
Y el Evangelio nos refuerza nuestro discurso al mostrarnos que la vida no depende de los bienes terrenos sino de los bienes espirituales cultivados y que Dios nos concede con su gracia. Pues cuando partamos de este mundo no nos llevaremos nada material sino las obras espirituales cultivadas. Es por eso que se nos invita a dejar de lado la codicia para “buscar los bienes de arriba”.
Jesús nos lo dice: “eviten toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida”. No se nos invita a una vida de conformismo, donde nos despreocupemos por las cosas necesarias de la vida: como la justicia en que todos tengan pan, educación, casa, etc., vivida en comunión, en solidaridad, como hombres nuevos.
Y es aquí donde la bienaventuranza: “bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3) nos ayuda a entender este dinamismo de no ambicionar nada, sino de buscar sólo lo necesario, viviendo en el desprendimiento y en la entrega, con la libertad de los hijos de Dios, con actitud de pobres de espíritu, que se sienten constantemente necesitados de Dios, y donde lo material queda en un segundo plano. Si Él nos dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10), es porque Él es nuestra riqueza. Vivamos como si no tuviéramos nada, pues nada nos llevaremos. Busquemos el Reino de Dios y su justicia, y “lo demás vendrá por añadidura”. Enriquezcámonos en Dios cuya fortuna es el amor, el favorecimiento de la vida, el descentramiento de sí mismo en favor de la centralidad en el amor, las buenas obras con los más pobres, pequeños y menospreciados (Mt 6,19). Amén.

sábado, 24 de julio de 2010

Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario-Ciclo C

Domingo 25 de Julio, 2010

Te damos gracias de todo corazón
Adoremos a Dios en su santo templo

Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (18, 20-32)
En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es demasiado grave. Bajaré, pues, a ver si sus hechos corresponden a ese clamor; y si no, lo sabré”.
Los hombres que estaban con Abraham se despidieron de él y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham se quedó ante el Señor y le preguntó: “¿Será posible que tú destruyas al inocente junto con el culpable?
Supongamos que hay cincuenta justos en la ciudad, ¿acabarás con todos ellos y no perdonarás al lugar en atención a esos cincuenta justos? Lejos de ti tal cosa: matar al inocente junto con el culpable, de manera que la suerte del justo sea como la del malvado; eso no puede ser. El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?” El Señor le contestó: “Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos”.
Abraham insistió: “Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Supongamos que faltan cinco para los cincuenta justos, ¿por esos cinco que faltan, destruirás toda la ciudad?” Y le respondió el Señor: “No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco justos”.
Abraham volvió a insistir:
“Quizá no se encuentren allí más que cuarenta”. El Señor le respondió: “En atención a los cuarenta, no lo haré”.
Abraham siguió insistiendo:
“Que no se enoje mi Señor, si sigo hablando, ¿y si hubiera treinta?” El Señor le dijo: “No lo haré, si hay treinta”.
Abraham insistió otra vez:
“Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?” El Señor le respondió: “En atención a los veinte, no la destruiré”.
Abraham continuó: “No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más, ¿y si se encuentran sólo diez?” Contestó el Señor: “Por esos diez, no destruiré la ciudad”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 137
Te damos gracias de todo corazón.
De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.
Te damos gracias de todo corazón.
Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor.
Te damos gracias de todo corazón.
Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. En las penas, Señor, me infundes ánimo, me salvas del furor del enemigo.
Te damos gracias de todo corazón.
Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones.
Te damos gracias de todo corazón.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (2, 12-14)
Hermanos: Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y también resucitaron con él, mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.
Ustedes estaban muertos por sus pecados y no pertenecían al pueblo de la alianza. Pero él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados. El anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (11, 1-13)
Gloria a ti, Señor.
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.
Entonces Jesús les dijo:
“Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación’”.
También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes:
Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
La liturgia de este domingo nos ofrece un panorama sobre la oración, sobre la oración de intercesión, sobre la oración por excelencia que es el Padre Nuestro, y sobre la insistencia en la oración y el orar con fe. La primera lectura, sobre la oración de intercesión de Abrahán en favor del pueblo de Sodoma, nos muestra que, aún con la oración de Abraham, Sodoma y Gomorra fueron destruidas. Pero es un hecho que la oración de Abraham fue escuchada cuando intercedía por la ciudad para que fuese perdonada por cincuenta justos, por cuarenta y cinco, por cuarenta, por treinta, por veinte e incluso por diez. Pero se quedó corto en el regateo, pues no se atreve a pasar más allá de diez justos. ¿Quién sabe si pedía por 5 justo lograba el favor de su Dios y salvar a esos pueblos? Pero también la oración de intercesión es poner a la persona, situaciones, etc., en el corazón de Dios para que se cumpla y se acepte la voluntad de Dios, que muchas veces no se deja ver con claridad.
 En la Segunda Lectura, Pablo nos habla de una muerte que es resurrección con Cristo. Y es que todos, por el bautismo de nuestro Señor pasamos de la muerte a la vida, pero debemos permanecer en Él.
Todo hombre de oración es primero hombre de Dios, de intimidad con el Señor, pues sólo así uno puede orar desde el Espíritu con mayúsculas y no desde un capricho o desde el miedo u otra cosa.
El evangelio según Lucas nos presenta a Jesús que, al terminar su oración, los discípulos le piden que les enseñe a orar como los seguidores de Juan el Bautista. Jesús les enseña el "Padrenuestro" como el modelo de toda plegaria del cristiano. Seguramente la palabra "¡Padre!" (del arameo "abba") nos presenta  a Dios como “papá”, “papito”, lo cual implica una confianza plena en Dios que es NUESTR PADRE, pero tal oración exige de nuestra parte un compromiso de rezar para que se cumpla en esta tierra la venida del Reino y se nos perdonen nuestras faltas porque sabemos perdonar... creo que habría mucho para hablar aquí, pero basta las palabras de la oración del Padre Nuestro para darnos cuenta de lo que significa rezar y vivir esta oración.
Jesús continúa con una parábola (que es sólo de Lucas) que pone el acento sobre la insistencia en cómo hay que orar, pues el personaje del amigo que va a pedir con una cierta “impertinencia” pero sobre todo con mucha insistencia. Es así como debemos orar, con insistencia, pues la oración se dice que es la debilidad de Dios. Sin embargo, Jesús continúa su enseñanza sobre la oración con algunas afirmaciones que insisten en la perseverancia en la oración, porque Dios no puede dejar de escuchar, y a su vez, si nosotros que somos malo sabemos dar cosas buenos a los que nos piden, Dios, que es muchísimo más bueno que los padres en la tierra nos dará el mismo Espíritu Santo.
Que podamos hacer experiencia de orar, de encontrarnos en intimidad con el Señor, orando con fe, con insistencia, y sobre todo, tratando de descubrir cuál es la voluntad de Dios en nuestras vidas. Amén.

domingo, 18 de julio de 2010

Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario-Ciclo C

Domingo 18 de Julio, 2010
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (18, 1-10)
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo”.
Ellos le contestaron: “Está bien. Haz lo que dices”.
Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: “Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes”.
Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros.
El permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron:
“¿Donde está Sara, tu mujer?”
El respondió: “Allá, en la tienda”. Uno de ellos le dijo: “Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 14
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes. Quienes vivan así serán gratos a Dios eternamente.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (1, 24-28)
Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo.
Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria. Ese mismo Cristo, es el que nosotros predicamos, cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
Lucas nos presenta un relato donde dos mujeres, Marta y María, hermanas de Lázaro, reciben en su casa al Señor.
No entraremos en teorías sobre el valor de la contemplación sobre la acción en las actitudes de Marta y María. Pero es cierto que el Reino de Dios no puede distraerse por una preocupación exclusiva de las cosas terrenas.
El relato nos dice que Marta y María lo reciben en su casa. Marta se pone al servicio para atender a Jesús, pero Éste le dice que se inquieta “por muchas cosas”. Pero su hermana “no hace nada”, se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra.
El problema de Marta es no entender que la llegada de Cristo significa, principalmente, la necesidad de sacrificar lo urgente a lo importante.
Pero el tema en el comportamiento de Marta es que se pone en la posición del dar, y María, frente a Jesús, elige “recibirlo”.
Marta se deja llevar por el “hacer”, por el activismo, y no parte de una escucha atenta de la palabra de Dios, con el riesgo de que todo se convierta en una estéril tarea. Marta se limita a acoger a Jesús en su casa, María, en cambio, lo acoge “dentro”, dentro de ella, en su interior; Marta ofrece a Jesús lo que hace, María se ofrece a sí misma a Él.
Según el juicio de Jesús, María ha elegido inmediatamente, “la mejor parte”. Marta, en cambio, deja pasar “la única cosa necesaria” (Jesús). Marta reclama a Jesús lo que ella piensa, pero no sabe lo que Jesús quiere de ella. El problema es descubrir qué es lo que Jesús quiere de ella, de mí. Por eso es necesario parar y sacar tiempo para escuchar la Palabra de Jesús y comprender cuál es realmente la voluntad de Dios.
Otra visión del texto puede situarse, en el evangelio de Lucas, en el camino de Jesús a Jerusalén como una progresiva manifestación del Reino. En su camino Jesús va formando a sus seguidores en actitudes que son necesarias para llegar a ser verdaderos discípulos, y una de esas actitudes está la escucha de la Palabra, como actitud de la vida cotidiana para ponerse a los pies del Maestro.
Nosotros vivimos en un ritmo de vida agitado y vertiginoso, se multiplican las ocupaciones y caemos en un activismo que nos lleva a olvidarnos de lo fundamental. Llegando así a vivir nuestro cristianismo y nuestra vocación de bautizados sin un espacio para la escucha de la Palabra. Por eso, Marta y María, nos interpelan y nos llaman a una conversión y a poner en su lugar nuestra opción fundamental por Cristo y el Reino: Jesús nos invita a que nuestro cristianismo sea un verdadero discipulado.
Para aprender la lección del Maestro, debemos formarnos en la escucha atenta de la Palabra en la Biblia y en la vida. La Palabra de Dios debe caminar con nosotros, paso a paso, día a día, minuto a minuto, para enseñarnos a vivir en comunidad de verdaderos discípulos de Jesús y auténticos cristianos. Por eso mismo no sería bueno interpretar el texto en un sentido dualista de "o contemplación… o actividad…".
En definitiva, el texto nos lleva a una sola cosa: acoger a Jesús en profundidad y con el corazón, en el silencio de nuestro interior para poder obrar aquello que es su voluntad, sin agitarnos por las cosas del mundo sino poniendo nuestra confianza en Él. Amén.

sábado, 3 de julio de 2010

Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario - ciclo C

Domingo 04 de Julio, 2010

Las obras del Señor son admirables
Que en sus corazones reine la paz de Cristo

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (66, 10-14)
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de su gloria.
Porque dice el Señor: “Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo. En Jerusalén serán ustedes consolados.
Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado. Y los siervos del Señor conocerán su poder”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 65
Las obras del Señor son admirables.
Que aclame al Señor toda la tierra; celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: “Tu obra es admirable”.
Las obras del Señor son admirables.
Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
Las obras del Señor son admirables.
El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso.
Las obras del Señor son admirables.
Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí. Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia.
Las obras del Señor son admirables.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (6, 14-18)
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 1-12. 17-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
El les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
En el tercer Isaías se nos dice: “Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo”. Es la alegría del pueblo de Israel que comienza a renacer después del destierro.
La imagen de los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para alimentarse de sus pechos y recibir sus consuelos, ser llevados en sus brazos y ser acariciados sobre las rodillas, son parte de la acción de Dios que como a un niño a quien su madre consuela, así los consuela Él.
Es la figura de Dios como Madre, y es -sin duda- la imagen más emotiva y comprensible para todos, cuando se habla del amor de Dios.
Es la experiencia del pueblo de Dios que comenzará a experimentar luego de su destierro y de saberse todavía amado por Dios.
En el evangelio de Lucas, se nos presenta a Jesús que envía a sus discípulos de misión, diciéndoles que la mies es mucha.
El número de los setenta y dos, evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, donde aparecen setenta y dos naciones paganas que se nombran.
Jesús va caminando hacia Jerusalén, el evangelio de Lucas es el caminar de Jesús hacia la ciudad santa, y en ese caminar nos muestra la misión de la evangelización, quizás el mandato de que vayan de dos en dos es para que el testimonio de ellos tenga valor jurídico según la ley judía, donde decía que el testimonio de dos es válido (Dt 17,6; 19,15).
El hecho de que vayan sin alforjas ni provisiones es porque la misión tiene un carácter de urgente y por eso deben llevar lo necesario para el camino; por eso mismo, por la urgencia de la misión en el anunciar la buena nueva, no pueden detenerse a saludar a nadie por el camino; pero si alguien no quiere recibirlos ni recibir su mensaje, que se fuerce a nadie en recibir el mensaje, pero que sepan que el Reino de Dios está cerca.
Al regresar de la misión, los discípulos están llenos de alegría: “Hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Pero Jesús les dice que su alegría no debe ser para vanagloriarse porque han vencido las fuerzas del mal, sino que lo importante es que sus nombres estén escritos en el cielo, es decir, participando del Reino de Dios y viviendo de acuerdo a lo que ellos anuncian, pues aún ellos mismos son destinatarios –y los primeros- del mensaje de Dios (Ex 32,32).
En definitiva, lo que el mensaje del evangelio nos quiere decir es que todos somos enviados a anunciar que el Reino de Dios está cerca, está cerca para todos, y en especial, para aquellos que abran su corazón al anuncio de Dios. Lo principal que transmiten los discípulos es ¡la PAZ!, signo de la presencia de Dios en medio nuestro, por eso, para que seamos hombres y mujeres de paz es necesario estar en intimidad con el Señor, haciéndonos uno con Él, al punto de ser otros Cristos los que lo anunciamos, y así nuestra palara sea creíble por nuestro testimonio. Porque la acción es de Dios y de su gracia y nosotros somos simples instrumentos.
Que el Dios de la paz esté siempre con ustedes y que su vida, amada e imitada, sea para nosotros estímulo y fuerza para anunciarlo a todo el mundo. Amén.