viernes, 27 de julio de 2012

Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 29 de Julio, 2012


Primera Lectura
Lectura del Segundo  libro de los Reyes (4,42-44)
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: "Dáselos a la gente, que coman." El criado replicó: "¿Qué hago yo con esto para cien personas?" Eliseo insistió: "Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará." Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo  44
R/ "Abres tú la mano, Señor, y nos sacias."

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R/

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/

Segunda Lectura
Lectura del Libro de los Efesios (4,1-6)
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6,1-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo." Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            En la liturgia de hoy se nos presenta la multiplicación de los panes, tanto en la lectura del evangelio como en la primera lectura. El texto dice que mucha gente acudía a Jesús por los signos que hacía. El contexto de la multiplicación de los panes es la cercanía de la Pascua judía, lo cual nos hace pensar en lo que significa para el evangelista Juan: en su evangelio no está desarrollada la Última Cena como en los demás evangelios, pero se deduce que para Juan la multiplicación de los panes es el centro eucarístico por excelencia, ya que después dedica todo un el discurso hablando del Pan de Vida, que es Jesús mismo.
            Se puede ver que mucha gente que lo seguía venía de lejos, es un dato que nos ofrecen los evangelios; y puede ser -como algo lógico- que vinieran preparados para pasar el tiempo con Jesús. Al ver a tanta gente Jesús cuestiona la fe de Felipe diciéndole con qué comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no bastarían doscientos denarios para darles de comer, y Andrés le dice que hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es eso para tanta gente? Igual pregunta se le hace a Eliseo en la primera lectura.
            Algunos estudiosos cuestionan que Jesús haya realizado realmente un milagro, y que lo que hizo fue pedir que cada uno pusiera en común lo que tenía para comer, no es descabellada la idea, pero si nos ponemos a analizar que la multiplicación de los panes figura en los cuatro evangelios, y en algunos está por duplicado, puede llevarnos a suponer que ese milagro realmente sucedió e impactó tanto que todos lo relatan, y no quita que también la gente después aportara algo de lo que podían llegar a tener algunos al ver la generosidad de un muchacho y el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados.
            Podemos hacer una doble lectura que puede ser en definitiva una sola: Cristo Jesús es el verdadero Pan de vida que se da y se multiplica y sigue siendo siempre el mismo y nunca se termina, él es el centro de nuestra vida que alimenta no sólo el cuerpo sino toda la persona; y a su vez nos invita a ser generosos, como este muchacho y como Jesús, que se compadece de todos y obra el milagro.
            Así, Jesús enseña que la dinámica del Reino es también compartir. No podemos vivir siempre de milagros que nos dan el alimento y lo necesario para vivir, y quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para ayudar a los que pasan alguna indigencia, pero el problema se puede ir solucionando compartiendo, siendo solidarios con los que menos tienen, y así podrá alcanzar para todos e incluso sobrar.
            El texto de Pablo es un llamamiento a la unidad, y esta exhortación a los Efesios (y hoy en día a nosotros) es que vivan de acuerdo con la vocación a la que han sido llamados y que han recibido en el mismo bautismo y se esfuercen por mantener y vivir la unidad. Vivir el bautismo y vivir en la unidad es reconocer la misma y única paternidad de Dios nos lleva a reconocer a los demás como nuestros hermanos, como lo hizo madre Teresa de Calcuta, por ejemplo.
            Sólo así, reconociéndonos hijos en el Hijo, por el bautismo, e hijos de un mismo Padre Dios, es que podemos ser solidarios unos con otros como lo fue Cristo Jesús; no se nos tiene que olvidar que la vida acontece como pura gratuidad, por puro don de Dios. Y en esta multiplicación de los panes y de los peces hay mucho de ello, pues se obra el milagro –y doblemente milagro- porque no es sólo la multiplicación de los cinco panes y dos pescados, sino también lo que ocurre en el corazón de los presentes: se sienten tocados por las palabras y el obrar de Jesús y, seguramente aún cuando no se tenía nada para compartir, quizás alguno dejó su egoísmo y abrió su corazón a la solidaridad y pensar en el otro que no tenía nada. Pero el texto nos habla de que quería la gente hacerlo rey por lo que había hecho, es decir, sintieron que tenían solucionados todos sus problemas con alguien así como Jesús, entonces muchos no entendieron lo que significaba ese milagro de la multiplicación.
            Por otra parte, el gesto de compartir el pan es algo que marca profundamente la vida de las comunidades desde sus orígenes, pues el compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de pascua y de resurrección, pues partiendo el pan y El Pan se descubre la presencia del Resucitado, pues se tiene en cuenta que si no amo a mi hermano a quien veo y digo que amo a Dios a quien no veo entonces soy un mentiroso, pero si amo a mi hermano y soy solidario con él, entonces puedo ser capaz de compartir y comulgar el Pan de Vida, Jesús mismo.
            Si decimos que somos hijos de un mismo Padre en el Hijo por el bautismo, como dice Pablo en la lectura a los Efesios, entonces no se entiende por qué tantos hermanos nuestros viven en situaciones de pobreza y miseria mientras otros viven en la abundancia y no saben qué hacer con lo que tienen. Tratemos de contagiar al mundo esto que Jesús nos regaló, tratemos de vivirlo en carne propia, para que ningún ser humano tenga que morir de hambre o vivir en la indigencia, pues la tierra es para todos y tiene lo suficiente para todos.
            Nosotros los cristianos no debemos olvidarnos del mensaje de Jesús, el ser solidarios y el compartir, por más poco que sea, para que Él obre lo demás, pues una gota de agua mas otra pueden formar un océano; es la clave para vivir realmente la fraternidad y reconocernos hijos de un mismo Padre Dios. Que el Señor nos regale la gracia de sabernos hermanos y de saber que cuando se comparte con generosidad y alegría todos pueden vivir dignamente, pues Dios ama al que da con alegría. Amén.

martes, 17 de julio de 2012

Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 22 de Julio, 2012

Día del Señor
El Espíritu del Señor está sobre mí
Dichoso el que se acoge al Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Jeremías (23,1-6)
"Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores"
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño -oráculo del Señor-. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel: "A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones -oráculo del Señor-. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá -oráculo del Señor-.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo  22 - "El Señor es mi pastor, nada me falta."
 El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor
  por años sin término.

Segunda Lectura
Lectura del Libro de los Efesios (2,13-18)
"Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa"
 Hermanos: Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (6,30-34)
Gloria a ti, Señor.
"Andaban como ovejas sin pastor"
 En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco." Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            En la primera lectura, el profeta Jeremías, siendo portavoz de Dios hace un reclamo a los que tienen la misión de conducir al rebaño de Dios, pues estos pastores “dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño -oráculo del Señor-“.
            Frente a tal reclamo, y viendo la dureza de corazón de los “pastores” del pueblo de Israel, dice Dios: “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países… Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá -oráculo del Señor-“. Dios mismo toma la iniciativa de pastorear a los suyos, y de prepara también buenos pastores para que pastoreen a su pueblo. Pero el pastor por excelencia vendrá de la descendencia de David, “un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia". Podemos ver en esta profecía al Cristo mismo, el “Buen Pastor” –como Él mismo dice de sí- que ya no será como los demás, sino que este Pastor –como dice el salmo 22-:  pastoreará al rebaño en verdes praderas; lo conducirá a fuentes tranquilas y reparará sus fuerzas. Y aunque el pueblo camine por cañadas oscuras, nada temerá, porque Él está con su pueblo y su vara y cayado lo sosiegan…
             Este Pastor, que es Cristo Jesús, por su misma sangre nos ha dado su paz, nos reconcilió con Dios, uniéndonos en sí mismo mediante la cruz, dando muerte, en él a todo lo malo y nos trajo la paz, su paz.
             Y este mismo Jesús es el que, en tiempo de los apóstoles, “sintió compasión del pueblo, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. Jesús nos da un ejemplo de quién es Dios para nosotros, nos muestra el rostro amoroso de Dios, que es compasivo y misericordioso, que busca a su rebaño para pastorearlo con gran cuidado y delicadeza.
            Alguien contemporánea a nosotros que vivió esta misma delicadeza en su pastoreo, de los que más necesitaban de Dios, era la Madre Teresa de Calcuta, de quien ponemos un breve testimonio de su vida de entrega y de intimidad con el Buen Pastor, Jesucristo:
‎"Querido Jesús, ayúdame a esparcir Tu fragancia por
dondequiera que vaya. Inunda mi alma con Tu Espíritu y
con Tu Vida. Penetra y posee todo mi ser tan completamente
que mi vida sólo sea un resplandor de la Tuya. Brilla a
través de mí y permanece tanto en mí de manera que todas
las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir Tu
presencia en la mía. Que al mirarme no me vean a mí, sino
solamente a Jesús. Quédate conmigo, y así comenzaré a
brillar como Tú brillas, a brillar tanto que pueda ser una luz
para los demás. La luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti, nada de
mí. Serás Tú quien brille sobre los demás a través de mí.
Que así Te alabe de la manera que Te es más agradable, brillando
sobre aquellos que me rodean. Que Te predique sin
predicar, no con palabras, sino con mi ejemplo, con la fuerza
atrayente, con la influencia compasiva de lo que hago,
con la evidente plenitud del amor que mi corazón siente
por Ti. Amén
" (De los escritos de Madre Teresa de Calcuta).

miércoles, 11 de julio de 2012

Decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 15 de Julio, 2012

Día del Señor
El Espíritu del Señor está sobre mí
Dichoso el que se acoge al Señor

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Amós 7,12-15

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: "Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país." Respondió Amós: "No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial - Salmo 84
R/ "Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación."

            Voy a escuchar lo que dice el Señor: "Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos." La salvación está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R/
            La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R/
            El Señor nos dará lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/

Segunda Lectura
Lectura del Libro de los Efesios (1,3-14)

Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. 
[Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.]
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (6, 7-13)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: "Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa." Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            Hoy iniciamos la lectura de la carta a los Efesios que seguirá durante siete domingos. La carta comienza con este himno de alabanza a Dios por la obra realizada en y por Jesucristo.
            Esta alabanza y bendición a Dios Padre se refiere a que nos “ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales”. Porque “Él nos eligió en la persona de Cristo… para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos…” En esta bendición de Dios hacia los hombres se puede palpar que tal gracia que se nos ha concedido –en la mayor de todas y de la cual dependen todas las demás gracias y bendiciones- es la de ser sus hijos, y de poder vivir de manera santa esa elección de su amor a ser verdaderos hijos suyos.
            Y la gracia que habíamos perdido por culpa de Adán, “por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados… Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra”.
            A este punto queríamos llegar, pues estas gracias recibidas, la mayor de ellas: ser hijos en el Hijo, se quebró por el pecado, pero por la sangre derramada de Jesucristo hemos idos liberados del pecado y estamos llamados a recapitular todas las cosas en Cristo.
            Pero para poder llevar a cabo esta recapitulación en Cristo, es decir, hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, además de la gracia divina y la acción de Dios, necesitamos colaborar con esta obra, que “por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria”.
            Tal tarea que realizamos por gracia de Dios se lleva a cabo por un mensaje de salvación: “también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria”. Es decir, la Palabra de salvación pronunciada y obrada por Jesucristo, esa que nosotros debemos conocer es la que tenemos que transmitir para que se cumpla este plan de salvación universal.
            La llamada de Dios a Amós y la de Jesús a los Doce, aún el ejemplo de Pablo que transmite su testimonio en la segunda lectura, son un ejemplo de esto que venimos hablando, pues son personas elegidas por Dios de entre la gente misma, es una llamada para todos.
            El ejemplo de Amós nos habla de alguien sencillo, un pastor y campesino que siente el llamado de Dios a dar a conocer a su pueblo su voluntad divina. Y así lo mismo con los Doce: gente de entre la gente misma que por una llamada de Dios, por escuchar la Palabra, por dejarse tocar por Ella, comienzan a evangelizar, a dar a conocer el misterio de la salvación para todos; y así como les sucedió a ellos, nos sucede a nosotros y a todo cristiano que ha sido llamado a evangelizar, a ayudar a cambiar el corazón de la gente.
            En nuestra sociedad actual, que ya no se dice cristiana como antes, o al menos no en cuanto a un compromiso profundo, donde priman otras cosas que hasta a veces son contrarias al Evangelio y al mensaje de salvación. Esto es un signo de llamada de atención a que la Iglesia no puede sentirse tranquila y satisfecha por la gente que pueda haber las parroquias, en las distintas organizaciones cristianas, en la catequesis, etc… todo esto será válido si ven a los cristianos en -medio del mundo- como verdaderos testigos de la fe en Jesucristo, y anunciadores de lo que han visto y oído.
            Por esto mismo la Iglesia como tal debe presentarse ante el mundo como un verdadero testigo transparente del amor de Dios, como una verdadera escuela de evangelización donde cada uno asume su propia fe y a la vez que intenta vivirla con coherencia y compromiso da a conocer a un Dios “que nos ha destinado en la persona de Cristo -por pura iniciativa suya- a ser sus hijos” y ha querido “recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra”; es, en definitiva, ponerse en el camino de Jesucristo: creer en Él y actuar como él.
            Tal movimiento de evangelización tiene que tocar la vida en lo más profundo, para que pueda el mensaje de salvación tener cabida en el corazón de los hombres, y poder sentir los anhelos de una vida más digna, de una mejor comunicación, de bienes compartidos y mejor repartidos, de una convivencia más humana y amable… todo esto será signo de que ya se empieza a realizar esta “recapitulación en Cristo de todas las cosas” y poder –como Iglesia- ser signos y testigos creíbles como hijos de Dios que somos. Amén.

lunes, 2 de julio de 2012

Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 01 de Julio, 2012

Día del Señor
Jesús ha hecho resplandecer la vida
Alma mía, bendice al Señor

Primera Lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (1, 13-15; 2, 23-24)
Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal.
Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 29
Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto  de morir, me reviviste.

Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo.

Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.

Segunda Lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios (8, 7. 9. 13-15)
Hermanos:
Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros, distínganse también ahora por su generosidad.
Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.
No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades.
En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura:
Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 21-43)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia:
“Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva”. Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó:
“¿Quién ha tocado mi manto?”
Sus discípulos le contestaron:
“Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’ ” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad.
Jesús la tranquilizó, diciendo:
“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste:
“Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
“No temas. Basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo:
“¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida”.
Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talita kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            El evangelio de hoy nos recuerda que Jesús vino para que tengamos vida y vida en abundancia.
            Nos presenta dos momentos en un mismo relato; por un lado la “resurrección” de la hija de Jairo que tenía 12 años; y por otro lado la curación de la mujer que padecía hemorragias desde hacía 12 años. Los dos relatos nos hablan de cosas en común, de dos mujeres, de situaciones de muerte, se habla de doce años, de curaciones inmediatas, también se habla de miedo, de temor, se habla de fe y salvación.
            Mientras Jesús va a curar a la hija de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, se da el otro hecho de que entre medio de la multitud una mujer queda curada de sus hemorragias.
            Hablamos de situaciones de muerte porque las dos mujeres están enfermas (además que una muere –la niña- mientras Jesús está yendo a curarla) y una de ellas, la que permanece viva, con sus hemorragias es signo de muerte, de muerte en vida, por varias razones: porque para los judíos la sangre es signo de vida, y tener hemorragias era signo de perder esa vida, de no poder sanar, no poder curarse, y además, porque estaba marginada de la sociedad por su problema de hemorragias como mujer, era considerada impura, se la marginaba de la sociedad, de los rituales, era considerada casi como una lepra, por eso decimos que era alguien muerto en vida ya desde hacía 12 años.
            En ninguno de los dos relatos se habla de pecado, sino de enfermedad y también de marginación; pues aunque no se lo nombre, la muerte y tratar con alguien que había muerto era en cierta manera algo que implica una separación, pues tocar un muerto era algo que dejaba a las personas impuras y si sucedía esto había que hacer todo un ritual de purificación.
            En medio de todo eso Jesús va sanando, restaurando…
            Nos quedaremos más precisamente con el relato de la mujer que padecía hemorragias. Con sus doce años de estar desahuciada por los médicos, y marginada totalmente, al escuchar hablar de Jesús se acercó en medio de la multitud, por detrás y tocó el manto de Jesús pensando que sólo con eso bastaría para quedar curada, signo de una gran fe puesta en el Señor.
            Pero ¿por qué razón fue por detrás de Jesús y no fue directamente a pedirle que la curara si estaba tan cerca? Y ¿por qué Jesús hace tanto alboroto al sentir que sucede el milagro? La razón del hecho es porque al padecer esta enfermedad, y verse marginada, excluida, sentiría seguramente vergüenza de su situación y por eso fue medio de escondidas entre la multitud para que nadie supiera de lo que padecía y a su vez quedara sanada, pues ese era su deseo más grande. Pero gran sorpresa se llevó cuando Jesús notó que había salido una fuerza de Él porque alguien lo había tocado con fe. Jesús perfectamente podía saber quién lo había tocado, pero insistió en saber quién lo había tocado porque su pregunta tenía una finalidad pedagógica y de sanación a su vez: al poner en evidencia a la mujer ella tuvo que contar su realidad y así como un día se vio humillada por su enfermedad, así también un día –en su encuentro con Jesús- Él le devolvió no sólo la salud sino también su dignidad como persona, y lo hizo delante de todos para que no haya duda alguna de su sanación.
            El Señor nos invita a través de su Palabra a confiar en Él con FE, con una fe grande, pero por sobre todas las cosas nos invita a que nos dejemos sanar y restaurar por Él, pues es el único que puede devolvernos la dignidad como personas. Que también nosotros podamos acercarnos a Jesús con mucha fe, sabiendo que Él puede darnos la dignidad de ser verdaderos hijos de Dios, que nos animemos, aún con vergüenza y el miedo de lo que vivimos, pero con una fe verdadera, para que Él pueda realizar en nosotros su obra y ponernos en medio de la multitud como personas nuevas en Él. Amén.