jueves, 8 de noviembre de 2012

Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 11 de Noviembre, 2012


El Señor siempre es fiel a su palabra
El Señor es mi pastor, nada me falta

Primera Lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (17, 10-16)
En aquel tiempo, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta. Al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña.
La llamó y le dijo:
“Tráeme, por favor, un poco de agua para beber”. Cuando ella se alejaba, el profeta le gritó:
“Por favor, tráeme también un poco de pan”. Ella le respondió:
“Te juro por el Señor, tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo unos cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos lo comeremos y luego moriremos”.
Elías le dijo:
“No temas. Anda y prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y tráemelo. Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el Señor Dios de Israel: ‘La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra’ ”.
Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había dicho y comieron él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por medio de Elías, a partir de ese momento ni la tinaja de harina se vació, ni la vasija de aceite se agotó.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
El Señor siempre es fiel a su palabra.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta a los hebreos (9, 24-28)
Hermanos:
Cristo no entró en el santuario de la antigua alianza, construido por mano de hombres y que sólo era figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para estar ahora en la presencia de Dios, intercediendo por nosotros.
En la antigua alianza, el sumo sacerdote entraba cada año en el santuario para ofrecer una sangre que no era la suya; pero Cristo no tuvo que ofrecerse una y otra vez a sí mismo en sacrificio, porque en tal caso habría tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. De hecho, él se manifestó una sola vez, en el momento culminante de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Así como está determinado que los hombres mueran una sola vez y que después de la muerte venga el juicio, así también Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. Al final se manifestará por segunda vez, pero ya no para quitar el pecado, sino para salvación de aquellos que lo aguardan y en él tienen puesta su esperanza.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 38-44)
Gloria a ti Señor.
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
“¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso”.
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia.
En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
“Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Dios no pide mucho, pide todo.
         La primera lectura del libro 1° de Reyes presenta el caso de una viuda de Sarepta que, ante una sequía grande que vive Israel, llega a compartir lo único que tiene con el profeta Elías que le pide le dé de comer. Frente a tal situación extrema, y ante la necesidad de mantenerse aferrada a la vida con lo poco de que dispone, se ve obligada por el profeta Elías a compartir con él aquello que tiene y que le prolongará sólo unas horas más de vida a ella y a su hijo. La obediencia y generosidad de la viuda es bendecida por Dios, pues como había anunciado el profeta: no faltó harina en la tinaja ni aceite en la vasija.
         En el relato del Evangelio, que es continuación del anterior donde se nos hablaba del o de los mandamientos principales: el amor a Dios y el amor al prójimo, Jesús enseña e instruye a la multitud diciéndoles que se cuiden de los escribas pues les gusta “pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso”.
         Es como si Jesús pusiera en guardia a la multitud sobre estas cosas que hablan poco y nada de este gran mandamiento del amor que nos hace estar cerca del Reino de los Cielos.
         Y fue así en una ocasión que Jesús, sentado frente a las alcancías del templo, miraba cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia, pero se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Este gesto fue apreciado por Jesús y llamó entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir”.
         Dice San Pablo en la 2° carta a los corintios: “el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengan aún sobrante para toda obra buena” (2Co 9, 6-8). Esto significa que cuando se comparte con generosidad aún lo poco que se pueda tener, Dios hace que se multiplique, porque “Dios ama al que da con alegría”.
         Es que Dios cuando no llama, no pide mucho, pide TODO, y ese todo exige de nosotros una entrega total, para vivir en la disponibilidad de su providencia y amor. Parece una utopía, pero es lo que vivió, por ejemplo, san Francisco de Asís en su radicalidad en el vivir la pobreza. Dio todo y se dio por entero a Dios y a los hermanos, no se dejó nada para sí mismo.
         Hoy en día se hace más difícil vivir el desprendimiento de los bienes, porque vivimos en un mundo que nos crea necesidades, y muchas de ellas no son realmente necesarias e indispensables para vivir, pero podemos comenzar por ver qué cosas no son tan importantes e ir despojándonos de aquello que es superfluo para ofrecerlo a Dios y a aquellos hermanos que más necesitan, recordando el principal mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo.
         Pidamos al Señor que nos bendiga con la generosidad de la viuda de Sarepta y la viuda del evangelio, para que nuestra vida sea una total entrega a Dios, en la disponibilidad de un corazón generoso y desprendido de los bienes materiales, y generoso en el colaborar con el bien de nuestros hermanos que verdaderamente nos necesitan, como lo hizo la beata Madre Teresa de Calcuta. Amén.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 30 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Tu palabra, Señor, es la verdad
La voluntad de Dios es santa

Primera Lectura
Lectura del libro de los Números (11, 25-29)
En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés. Tomó del espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos.
Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad. También sobre ellos se posó el espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión, eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento. Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo:
“Señor mío, prohíbeselo”.
Pero Moisés le respondió:
“¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 18
Los mandamientos del Señor alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.

La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Aunque tu servidor se esmera en cumplir tus preceptos con cuidado, ¿quién no falta, Señor, sin advertirlo? Perdona mis errores ignorados.

Presérvame, Señor, de la soberbia, no dejes que el orgullo me domine; así, del gran pecado tu servidor podrá encontrarse libre.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (5, 1-6)
Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.
El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; sus gritos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (9, 38-43. 45. 47-48)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús:
“Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”.
Pero Jesús le respondió:
“No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Un clave de comprensión para las lecturas de este domingo puede ser: nadie puede ser excluido de trabajar en el servicio que se realiza en nombre de Dios.
         En el evangelio de hoy se nos dice que Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús le respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.
         Jesús les hace ver a sus discípulos que el trabajo por el Reino de Dios no es privativo de unos pocos sino que está abierto a todos los que quieran colaborar en su Nombre, pues todo aquel que se preocupa por las mismas cosas que enseñó Cristo es colaborador de su obra, y es más, todo aquel que obra el bien en nombre de Jesús, aún sin haberlo conocido o seguido, es en cierto modo un colaborador de su obra. Debemos tratar de involucrar al mayor número de gente en el trabajo por el Reino, pues Jesús vino para todos y no para unos pocos e invitó a toda la humanidad a realizar este camino de santidad. Es lo mismo que sucede con Moisés y los setenta ancianos que fueron designados para ayudar a Moisés y tratar los asuntos pertinentes para no sobrecargarlo; pero sucedió que cuando descendió el Espíritu de Dios, descendió también sobre Eldad y Medad que no estaban con el resto, y Josué fue a decirle que ellos profetizaban sin autorización a lo cual Moisés lo reprende diciendo que ojalá todos pudieran profetizar. Si obran desde Dios y en su nombre ¿por qué impedírselo?
         Otro tema que nos propone el evangelio es que “todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa”. Es decir, Jesús enseña que aquellos que ofrecen algo a los que son de Cristo ya tienen su recompensa, pues ya lo están haciendo al mismo Cristo; y en definitiva, todos somos de Cristo pues Él nos compró para sí con su propia sangre derramada en la cruz. Somos suyos y a Él pertenecemos.
         Un punto al cual se dedica una buena parte aquí es al tema del escándalo: “Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar”. El escándalo es uno de los peores pecados, pues no sólo se perjudica quien lo comete sino que lleva consigo o arrastra a otros a lo mismo, privándolos –con su mal testimonio- de la verdadera vida en Cristo, de la vida en la gracia.
         Unido a este escándalo está también el pecado personal, o aquello que nos lleva a estar en ocasión de pecado, por eso se nos dice: “Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
         No significa con esto que debamos privarnos de nuestros miembros, mutilándolos, sino que se trata de “cortar” con el pecado, con aquello que es ocasión de pecado para nosotros. Se trata de tomar las cosas por su nombre, de enfrentar las situaciones que son un peligro para nuestra vida en la gracia, para poder ejercer el dominio sobre nosotros mismos desde y con la fuerza del Espíritu. Es un trabajo que dura toda la vida, pues siempre estamos expuestos a todo tipo de provocaciones o tentaciones, y es necesario estar alertas y despiertos, vigilando para que el pecado no nos prive de la vida de gracia.
         El problema está en que muchas veces existe en nuestras vidas un cierto “afecto” al pecado, es decir, una cierta inclinación que nos lleva a recaer en lo mismo, en las mismas debilidades, en los mismos errores, en las mismas omisiones, y esto se debe a que no sabemos desprendernos de todo aquello que no es de Dios, de todo aquello que va contra el mensaje de salvación. Es necesario tener una determinada determinación, como dice Teresa la grande, para poder decidirse y obra en consecuencia.
         Es hora de que pongamos el nombre a sus cosas y nos juguemos por Jesús, por la vida que Él mismo nos regaló y regala, que nos juguemos por seguirlo en gracia y santidad. Esto es imposible, pues tenemos la vida de tantos santos (canonizados o no) que han sido y son un mensaje para nosotros, que nos alientan a seguir luchando por estar en gracia, cortando definitivamente con aquello que nos impide crecer en la vida que nos ha regalado Jesús y creciendo en gracia, entrega y misión.
         Pidamos al señor que nos de la sabiduría para saber discernir aquello de lo cual debemos desprendernos y saber cortar con una determinada determinación, y pedir también la fuerza para poder seguir creciendo cada vez más en santidad y ser profetas en este mundo colaborando con la obra del Señor. Amén. 

martes, 18 de septiembre de 2012

Vigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 16 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Señor Dios, qué valioso es tu amor
Caminaré en la presencia del Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (50, 5-9)
En aquel entonces, dijo Isaías:
“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 114
Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba.

Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara.

El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos.

Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-18)
Hermanos míos:
¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice:
“Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.
Quizá alguien podría decir:
“Tú tienes fe y yo tengo obras.
A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 27-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta:
“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos le contestaron:
“Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas”.
Entonces él les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Pedro le respondió:
“Tú eres el Mesías”.
Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras:
“¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.
Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo:
“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Si nos quedamos en el evangelio, quién sabe si Jesús tuvo curiosidad por saber lo que la gente opinaba o decía de Él, y obtuvo la respuesta. Pero la segunda pregunta era mucho más profunda y personal, y Pedro, inspirado por el Espíritu respondió que era el Mesías.
         Jesús, luego de mandar que no dijeran nada a nadie de que Él era el Mesías, comenzó a instruir a los apóstoles sobre qué iba a suceder con este Mesías, y ahí fue donde Pedro llevando aparte a Jesús lo reprendió. Seguramente, y de hecho era así, Pedro tenía una imagen del Mesías muy distinto a lo que Jesús les estaba comunicando; y esto se puede ver en que cada grupo de la época esperaba un Mesías a su medida, a su modo de vida, un Mesías de acuerdo con lo que ellos vivían o profesaban en los distintos grupos político-religiosos de la época de Jesús.
         Quizás nadie se había percatado –o a lo mejor sí- que el Mesías debía pasar por lo que ya antes había anunciado el profeta Isaías, y que vemos en este domingo algún fragmento: “El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado…?
         Es difícil poder entender que el Mesías esperado desde antiguo debía sufrir todo eso, ¿con qué motivo? ¿por qué razón? Si este Jesús tenía poder de hacer milagros, hasta de revivir muertos, y de atraer a la gente con su palabra… ¿por qué pasar por todo eso que Él decía a sus discípulos?
Y es que este Jesús –el Dios y hombre verdadero- el Verbo encarnado, no vino para facilitarnos la vida, no vino para solucionarnos el hambre del mundo o las enfermedades, o la muerte, o liberarnos de los poderosos y opresores, ¡NO! Jesús vino a través de la encarnación y se hizo uno como nosotros porque de ese modo nos enseñó lo que significa vivir encarnados, vivir lo que nos toca vivir, aún cuando sea muy doloroso. Y es que el vivir pasa por la encarnación, y es en y a través de ella que el hombre puede dejar que dios obre y actúe. Jesús nos enseñó el camino, por eso su discurso en el evangelio de este domingo nos dice: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Tomar la cruz significa hacernos cargo de lo que implica el vivir cada día con sus fatigas, sus dolores, sus sufrimientos, y también sus alegrías y esperanzas.
Te pedimos Señor que nos ayudes a vivir como Tú nos enseñaste, a través del camino de la encarnación, es decir, viviendo encarnados en lo que nos toca vivir en el día a día, en la espiritualidad de lo cotidianos, haciendo a Dios presente y a la vez hacerlo partícipe de nuestra vida, de nuestra historia, para que Él la transforme en historia de salvación. Amén.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 09 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Señor, ayúdame a cumplir tu voluntad
Sedienta, mi alma te busca a ti, Dios mío

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (35, 4-7)
Esto dice el Señor: “Digan a los de corazón apocado:
‘¡Animo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos’.
Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará como un venado el cojo y la lengua del mudo cantará.
Brotarán aguas en el desierto y correrán torrentes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque y la tierra seca, en manantial”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 1-5)
Hermanos:
Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.
Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: “Tú, siéntate aquí, cómodamente”.
En cambio, le dicen al pobre: “Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies”.
¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (7, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
“¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         En el evangelio de hoy se no muestra a un Jesús que está en contacto con los paganos, signo de lo cual ellos también fueron destinatarios del anuncio del Reino por parte de Jesús.
         Es una de las pocas veces que vemos a Jesús fuera de su país. Dice el evangelio que Jesús, desde la región de Tiro se dirigió por Sidón hacia el mar de Galilea, por en medio de los límites de la Decápolis (territorio pagano; en aquel entonces ir al «extranjero» era ir al «mundo de los paganos»), fue en ese entorno que le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Él está en medio de gente de otra religión, de personas que no creen en el Dios de Abraham que cree Jesús y los judíos.
         El evangelio no dice que Jesús está entre los paganos con una actitud de evangelización, en realidad tampoco dice porqué está ahí o cuál fue la intención de pasar por allí. Él no está preocupado en convertir a la gente a la fe de Israel en el Dios de Abraham, simplemente pasa y cura.
         Jesús no habla del Reino, pero con su presencia, su actitud, su fama, su testimonio, en cierto modo hace presente, fuera de su territorio, el Reino de Dios. Y es así que en cierto modo a través del bien que hace también evangeliza, anuncia la «buena noticia» para el hombre sin importar su condición; Jesús pasa haciendo “signos salvíficos”, a través de los cuales evangeliza.
         Tenemos mucho que aprender de este gesto de Jesús en los tiempos que corren, pues en una época donde está al orden del día el ateísmo y el pluralismo religioso, etc., llevar a la gente a la fe cristiana es un desafío, pero que pasa por un dar testimonio de lo que uno vive y está convencido. Entonces para los que intentamos vivir comprometidos con el evangelio será un continuo camino de conversión donde el motor será el amor de Dios y el enamorarnos de Dios para ser testigos y dar testimonio de ese encuentro con Él, al cual los que nos vean se sientan entusiasmados, y poder seguir a Jesús con radicalidad.
         El misionero cristiano se inspira en Jesús, es decir, no debe buscar la conversión de los «paganos», sino su conversión al Reino de Dios.
         Santiago, en su carta, nos ilumina sobre el asunto, pues hace un llamado a la fraternidad y a un “no hacer distinción de personas en la asamblea”, pues quien obra así no puede ser cristiano. Él, en su carta, habla de las diferencias y desigualdades que hay en la misma comunidad, lugar donde tendría que existir el amor y el respecto, la comprensión, la aceptación del otro, sin preferencias por nadie… dicha fraternidad, fruto del mandamiento del amor, empieza en la misma celebración litúrgica y se debe hacer concreta en la relación con los demás miembros de la comunidad. Es por eso que cada vez que el cristiano celebra la Eucaristía debe asumir un mayor compromiso de amor, para que haya coherencia entre lo que se celebra y lo que se vive, para que realmente se pueda ir viviendo e instaurando el Reino de Dios ya aquí en la tierra, como nos lo dice el profeta Isaías, que es profeta de la consolación, pues el pueblo de Israel, en medio del dolor del destierro, necesita una voz de esperanza, y se los invita a que «no tengan miedo», y a confiar en Dios.
         Que podamos vivir como Jesús, comprometidos y enamorados del Reino, para que nuestro testimonio de hermanos sea profecía para el mundo de hoy, y que viéndonos, se entusiasmen en seguir a Dios, al Dios de la vida y del verdadero amor al prójimo. Amén.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Domingo XXII del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 02 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Ten piedad de mí, Dios mío
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Primera Lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1-2. 6-8)
Moisés habló al pueblo, diciendo: - "Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos,
 dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?".
 Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 14
"Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"
 El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales  y no calumnia con su lengua. "Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

El que no hace mal a su prójimo 
 ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. "Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

El que no presta dinero a usura
  ni acepta soborno contra el inocente  El que así obra nunca fallará.
"Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 17-18. 21b-22.27)
Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
 Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (7, 1-8. 14-15. 21-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús "¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores"? Él contesto: "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres." Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro".
 Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Los textos bíblicos de hoy nos ponen en confrontación con una realidad que vivimos a diario, y que muchas veces no nos deja vivir en autenticidad, traduciéndose en hipocresía.
         El Evangelio nos habla de algunos fariseos y escribas que se acercaron a Jesús con intención de cuestionarlo y criticar, viendo que algunos de sus discípulos comían con las manos sin habérselas lavado: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Porque los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
         Jesús les contestó que Isaías había hablado ya de este tipo de personas pues: “¡Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos! Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
         Moisés había hablado al pueblo ya antes, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir… Cumplan los mandamientos del Señor que yo les enseño, como me ordena el Señor, mi Dios. Guárdenlos y cúmplanlos porque ellos son la sabiduría y la prudencia de ustedes a los ojos de los pueblos”.
         Pero estas leyes o normas de las cuales habla Moisés son normas necesarias para vivir, ¿por qué entonces Jesús se queja de los escribas y fariseos al hablar del cumplimiento de las normas? En realidad Jesús no se queja de cumplir las leyes prescriptas, sino del modo en cómo se aplican y en el modo en el cual viven, pues cumplen las normas a la perfección pero sus corazones están lejos del amor a Dios y al prójimo, pues se quedan en legalismos que matan el corazón y el espíritu.
         Por eso, el salmo nos invita a vivir en un modo diverso las normas y reglas de vida, pues el hombre que procede honradamente y obra con justicia ése es el que “es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia. Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo. Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes, ése será agradable a los ojos de Dios eternamente”.
         Pero en este camino de conversión y de amor genuino a Dios y a los hermanos no estamos solos sino que sabemos que aquello que recibimos es beneficio y que todo don perfecto viene de lo alto.
         Aceptemos con docilidad la palabra que Dios ha sembrado en nosotros y es capaz de salvarnos. Pongamos en práctica esa palabra y no nos limitemos a escucharla, así no nos engañaremos a nosotros mismos. “Pues la religión pura e intachable a los ojos de Dios consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido”.
         Vivamos ayudados de las normas y preceptos que Dios nos confía para ser mejores cristianos, pero vivamos al mismo tiempo en la libertad de los hijos de Dios, donde el amor prima por sobre la ley y da plenitud a la Ley.
         Que el Dios de la Vida y del Amor nos colme con su gracia para vivir en la plenitud del amor hacia él y nuestro prójimo. Amén.