miércoles, 11 de noviembre de 2009

Solemnidad de Todos los Santos



Del Señor es la tierra y lo que ella tiene
Vengan a mí todos los que están fatigados

Primera Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (7, 2-4. 9-14)
Yo, Juan, vi a un ángel que venía del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar.
Les dijo: “¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!” Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel.
Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”.
Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo:
“Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”.
Entonces uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?” Yo le respondí: “Señor mío, tú eres quien lo sabe”.
Entonces él me dijo: “Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 23
Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos.
Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso.
Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.
Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob.
Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 1-3)
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así:
“Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Jesús.
Hoy celebramos con toda la Iglesia la solemne fiesta de Todos los Santos. Hoy nos unimos con la Iglesia celeste y triunfante en modo especial, pues recordamos a todos aquellos que pasaron por esta tierra haciendo el bien como lo hizo Jesús, en un modo heroico, viviendo las virtudes con empeño y generosidad en la entrega a Dios y los hermanos.
El libro del Apocalipsis nos habla de este grupo de redimidos, que han blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero.
La 1° Carta de Juan nos habla de ese amor que nos ha tenido el Padre para llamarnos “¡HIJOS!”, pues en verdad lo somos, ya que por el bautismo hemos sido incorporados a su familia, Él nos ha adoptado como hijos suyos queridos, y en ese bautismo recibido radica la santidad a la que somos llamados ¡Porque Él mismo es Santo!
El evangelio nos regala las bienaventuranzas, ese discurso dicho por Jesús desde un monte, así como el pueblo de Israel recibió desde un monte, por manos de Moisés, las tablas de la Ley, ahora es Jesús quien nos entrega “la nueva ley”, es decir, nos regala un proyecto de vida.
Quizás para muchos es algo absurdo, pues cómo puede ser que se diga a alguien dichoso por el hecho de sufrir, de padecer, de llorar, de ser perseguido, calumniado, de ser encarcelado… pero de lo que aquí habla Jesús no es del mal, sino de la bienaventuranza, y tal bienaventuranza se logra o se llega a vivir cuando se asume la vida con una actitud distinta, y es la actitud que nos pide Jesús mismo, y que se resume en: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”. ¿Quiénes son estos pobres de espíritu? Son los pobres de Yahveh, son los que viven la pobreza en espíritu, es decir, los que viven anhelando, deseando la riqueza que viene de Dios, y por eso es espiritual. Pobres de espíritu son los que viven necesitando todo de Dios, viven con la necesidad de que Dios los llene, que Dios los colme de su amor, de su gracia, de su espíritu. Éstos son los pobres de espíritu de que hablan las bienaventuranzas.
Es –en definitiva- lo que vivieron los santos: sabiéndose criaturas, hijos de Dios amados por Él, supieron reconocerse criaturas y no el Creador, supieron reconocerse limitados, pobres, pecadores, pero enriquecidos por la gracia de Dios. Supieron vaciarse de todo con tal de ganar al Todo con mayúsculas. Se despojaron de todo y así, en esa miseria, en esa pobreza, se enriquecieron del don de Dios, de su amor, de su misericordia, de su gracia, y llegaron a ser así BIENAVENTURADOS, y ahora brillan como lámparas en el cielo y son un modelo para nosotros aquí en la tierra, porque fueron “imitadores” de Cristo.
Todos, por el bautismo estamos llamados a la santidad, qué bueno sería que cada uno se tomara en serio la propuesta que viene de Dios, y deseara ser santo, no para estar en los altares, sino para vivir esta aventura de amor con Dios y el prójimo, y que es capaz de llenar una vida como nos lo atestiguan los santos.
Que esta solemnidad nos haga reflexionar sobre nuestras vidas y nos haga desear la santidad. Ellos nos aseguran que se puede, que es posible ser santos en esta vida, y que para ello contamos con la gracia de Dios.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es importante, para la juventud, ver películas sobre santos, pero necesitamos saber bien cuales ver.

Estimado, necesitamos de personas instruidas que comenten, critiquen y recomienden películas "católicas" en este sitio: http://cineparacatolicos.blogspot.com/

Es un instrumento fundamental en el día de hoy evangelizar con las películas, y solo con buenos comentarios llegaremos a nuestro objetivo. Contamos con los tuyos.

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