sábado, 3 de julio de 2010

Decimocuarto Domingo del Tiempo Ordinario - ciclo C

Domingo 04 de Julio, 2010

Las obras del Señor son admirables
Que en sus corazones reine la paz de Cristo

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (66, 10-14)
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de su gloria.
Porque dice el Señor: “Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo. En Jerusalén serán ustedes consolados.
Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado. Y los siervos del Señor conocerán su poder”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 65
Las obras del Señor son admirables.
Que aclame al Señor toda la tierra; celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: “Tu obra es admirable”.
Las obras del Señor son admirables.
Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
Las obras del Señor son admirables.
El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso.
Las obras del Señor son admirables.
Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí. Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia.
Las obras del Señor son admirables.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (6, 14-18)
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 1-12. 17-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.
El les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
En el tercer Isaías se nos dice: “Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo”. Es la alegría del pueblo de Israel que comienza a renacer después del destierro.
La imagen de los hijos recién nacidos que necesitan de la madre para alimentarse de sus pechos y recibir sus consuelos, ser llevados en sus brazos y ser acariciados sobre las rodillas, son parte de la acción de Dios que como a un niño a quien su madre consuela, así los consuela Él.
Es la figura de Dios como Madre, y es -sin duda- la imagen más emotiva y comprensible para todos, cuando se habla del amor de Dios.
Es la experiencia del pueblo de Dios que comenzará a experimentar luego de su destierro y de saberse todavía amado por Dios.
En el evangelio de Lucas, se nos presenta a Jesús que envía a sus discípulos de misión, diciéndoles que la mies es mucha.
El número de los setenta y dos, evoca la traducción de los Setenta en Génesis 10, donde aparecen setenta y dos naciones paganas que se nombran.
Jesús va caminando hacia Jerusalén, el evangelio de Lucas es el caminar de Jesús hacia la ciudad santa, y en ese caminar nos muestra la misión de la evangelización, quizás el mandato de que vayan de dos en dos es para que el testimonio de ellos tenga valor jurídico según la ley judía, donde decía que el testimonio de dos es válido (Dt 17,6; 19,15).
El hecho de que vayan sin alforjas ni provisiones es porque la misión tiene un carácter de urgente y por eso deben llevar lo necesario para el camino; por eso mismo, por la urgencia de la misión en el anunciar la buena nueva, no pueden detenerse a saludar a nadie por el camino; pero si alguien no quiere recibirlos ni recibir su mensaje, que se fuerce a nadie en recibir el mensaje, pero que sepan que el Reino de Dios está cerca.
Al regresar de la misión, los discípulos están llenos de alegría: “Hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Pero Jesús les dice que su alegría no debe ser para vanagloriarse porque han vencido las fuerzas del mal, sino que lo importante es que sus nombres estén escritos en el cielo, es decir, participando del Reino de Dios y viviendo de acuerdo a lo que ellos anuncian, pues aún ellos mismos son destinatarios –y los primeros- del mensaje de Dios (Ex 32,32).
En definitiva, lo que el mensaje del evangelio nos quiere decir es que todos somos enviados a anunciar que el Reino de Dios está cerca, está cerca para todos, y en especial, para aquellos que abran su corazón al anuncio de Dios. Lo principal que transmiten los discípulos es ¡la PAZ!, signo de la presencia de Dios en medio nuestro, por eso, para que seamos hombres y mujeres de paz es necesario estar en intimidad con el Señor, haciéndonos uno con Él, al punto de ser otros Cristos los que lo anunciamos, y así nuestra palara sea creíble por nuestro testimonio. Porque la acción es de Dios y de su gracia y nosotros somos simples instrumentos.
Que el Dios de la paz esté siempre con ustedes y que su vida, amada e imitada, sea para nosotros estímulo y fuerza para anunciarlo a todo el mundo. Amén.

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