domingo, 18 de julio de 2010

Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario-Ciclo C

Domingo 18 de Julio, 2010
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis (18, 1-10)
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo”.
Ellos le contestaron: “Está bien. Haz lo que dices”.
Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: “Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes”.
Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros.
El permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron:
“¿Donde está Sara, tu mujer?”
El respondió: “Allá, en la tienda”. Uno de ellos le dijo: “Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 14
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes. Quienes vivan así serán gratos a Dios eternamente.
¿Quién será grato a tus ojos, Señor?

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses (1, 24-28)
Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia.
Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo.
Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria. Ese mismo Cristo, es el que nosotros predicamos, cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
Lucas nos presenta un relato donde dos mujeres, Marta y María, hermanas de Lázaro, reciben en su casa al Señor.
No entraremos en teorías sobre el valor de la contemplación sobre la acción en las actitudes de Marta y María. Pero es cierto que el Reino de Dios no puede distraerse por una preocupación exclusiva de las cosas terrenas.
El relato nos dice que Marta y María lo reciben en su casa. Marta se pone al servicio para atender a Jesús, pero Éste le dice que se inquieta “por muchas cosas”. Pero su hermana “no hace nada”, se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra.
El problema de Marta es no entender que la llegada de Cristo significa, principalmente, la necesidad de sacrificar lo urgente a lo importante.
Pero el tema en el comportamiento de Marta es que se pone en la posición del dar, y María, frente a Jesús, elige “recibirlo”.
Marta se deja llevar por el “hacer”, por el activismo, y no parte de una escucha atenta de la palabra de Dios, con el riesgo de que todo se convierta en una estéril tarea. Marta se limita a acoger a Jesús en su casa, María, en cambio, lo acoge “dentro”, dentro de ella, en su interior; Marta ofrece a Jesús lo que hace, María se ofrece a sí misma a Él.
Según el juicio de Jesús, María ha elegido inmediatamente, “la mejor parte”. Marta, en cambio, deja pasar “la única cosa necesaria” (Jesús). Marta reclama a Jesús lo que ella piensa, pero no sabe lo que Jesús quiere de ella. El problema es descubrir qué es lo que Jesús quiere de ella, de mí. Por eso es necesario parar y sacar tiempo para escuchar la Palabra de Jesús y comprender cuál es realmente la voluntad de Dios.
Otra visión del texto puede situarse, en el evangelio de Lucas, en el camino de Jesús a Jerusalén como una progresiva manifestación del Reino. En su camino Jesús va formando a sus seguidores en actitudes que son necesarias para llegar a ser verdaderos discípulos, y una de esas actitudes está la escucha de la Palabra, como actitud de la vida cotidiana para ponerse a los pies del Maestro.
Nosotros vivimos en un ritmo de vida agitado y vertiginoso, se multiplican las ocupaciones y caemos en un activismo que nos lleva a olvidarnos de lo fundamental. Llegando así a vivir nuestro cristianismo y nuestra vocación de bautizados sin un espacio para la escucha de la Palabra. Por eso, Marta y María, nos interpelan y nos llaman a una conversión y a poner en su lugar nuestra opción fundamental por Cristo y el Reino: Jesús nos invita a que nuestro cristianismo sea un verdadero discipulado.
Para aprender la lección del Maestro, debemos formarnos en la escucha atenta de la Palabra en la Biblia y en la vida. La Palabra de Dios debe caminar con nosotros, paso a paso, día a día, minuto a minuto, para enseñarnos a vivir en comunidad de verdaderos discípulos de Jesús y auténticos cristianos. Por eso mismo no sería bueno interpretar el texto en un sentido dualista de "o contemplación… o actividad…".
En definitiva, el texto nos lleva a una sola cosa: acoger a Jesús en profundidad y con el corazón, en el silencio de nuestro interior para poder obrar aquello que es su voluntad, sin agitarnos por las cosas del mundo sino poniendo nuestra confianza en Él. Amén.

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