viernes, 13 de agosto de 2010

Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Domingo 15 de Agosto, 2010

Misa del día
Santo es su nombre
María fue llevada al cielo y los ángeles se alegran

Primera Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (11, 19; 12,1-6. 10)
Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar a luz y gemía con los dolores del parto.
Pero apareció también en el cielo otra figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Después se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo, en cuanto éste naciera. La mujer dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue
llevado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios.
Entonces oí en el cielo una voz poderosa, que decía: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 44
De pie, a tu derecha, está la reina.
Hijas de reyes salen a tu encuentro. De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
De pie, a tu derecha, está la reina.
Escucha, hija, mira y pon atención: olvida a tu pueblo y la casa paterna; el rey está prendado de tu belleza; ríndele homenaje, porque él es tu señor.
De pie, a tu derecha, está la reina.
Entre alegría y regocijo van entrando en el palacio real. A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra.
De pie, a tu derecha, está la reina.

Segunda Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (15, 20-27)
Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos.
En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; 
después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. 
Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte, porque todo lo ha sometido Dios bajo los pies de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 39-56)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas 
el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, 
destronó a los potentados y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, 
su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
La solemnidad del 15 de agosto celebra la gloriosa Asunción de María al cielo: fiesta de su destino de plenitud y de bienaventuranza, de la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, de su perfecta configuración con Cristo resucitado; una fiesta que propone a la Iglesia y a la humanidad la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hechos hermanos teniendo "en común con ellos la carne y la sangre" (Hb 2, 14; cf. Gal 4, 4). La solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después y en la que se contempla a Aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre (Marialis Cultus, n. 6).
La primera lectura relata el combate que se da entre una mujer a punto de dar a luz y un monstruo poderoso que se ha apropiado de una buena parte del mundo y quiere arrebatarle el hijo a la mujer en el momento que nazca. Este relato del Apocalípsis nos lleva a mirar en estos personajes a María que va a dar a luz a Jesús, y al gran dragón como el mismo Satanás que busca la perdición de la humanidad entera y que no quiere dejar que se salven por la acción del Cordero, del Mesías, el Cristo, el Hijo nacido de María Virgen. Es la representación de la lucha entre la Iglesia y el poder del mal, pero también nos muestra a María-Madre-Iglesia que da a luz a sus hijos y que son perseguidos por el diablo y sus seguidores. Pero sabemos que esta batalla está ya vencida por Cristo: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías”.
La segunda lectura puede ayudarnos a entender que así como Cristo es el nuevo Adán, que trae la primicia de la resurrección, debido a la muerte que había entrado en el mundo por el primer hombre, así también en María, la nueva Eva encontramos las primicias de Aquella que es de nuestra raza y está ahora resucitada en la gloria de Dios. Ella intercede por nosotros, sus hijos, que todavía peregrinamos en este mundo y sufrimos los combates del maligno.
Y es que Ella, antes de concebir a la Palabra en su seno, había ya concebido a Dios en su corazón. Ella, que visitó a Isabel y se mostró solícita a las necesidades de los demás, hoy sigue atenta a las necesidades de nosotros sus hijos. Por eso su canto de alabanza y gloria a Dios por las obras que realizó y realiza en Ella y a través de Ella en bien de la humanidad.
Con esta solemnidad que celebramos hoy, María se transforma en nuestra esperanza y en nuestro compromiso para transformar este mundo, para que sea un lugar de fraternidad.  María hoy nos invita a mirar a la realidad con ojos nuevos y descubrir la presencia de Dios en este mundo en que vivimos.
Ella llegó ya donde nosotros esperamos un día estar, mientras nos acompaña y asiste con su maternidad porque esta fiesta es suya pero también nuestra, ya que: "Es la fiesta de su destino de plenitud y bienaventuranza, de la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, de su perfecta configuración con Cristo resucitado; una fiesta que propone a la Iglesia y a la humanidad la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hecho hermanos teniendo en común con ellos la carne y la sangre" (Marialis Cultus, n. 6).
Que al celebrar a María alimentemos nuestro amor hacia Ella, la humilde sierva del Señor que concibiendo a Dios en su corazón lo dio a luz y nos lo hizo cercano a nosotros para que podamos un día llegar a Él. Amén.

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