viernes, 12 de noviembre de 2010

Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario-Ciclo C

Domingo 14 de Noviembre, 2010

Día del Señor
Toda la tierra ha visto al Salvador
Mi felicidad consiste en estar cerca de Dios

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Malaquías (3, 19-20)
“Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja. El día que viene los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 97
Toda la tierra ha visto al Salvador.
Cantemos al Señor al son del arpa, aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro Rey.
Toda la tierra ha visto al Salvador.
Alégrese el mar y el mundo submarino, el orbe y todos los que en él habitan. Que los ríos estallen en aplausos y las montañas salten de alegría.
Toda la tierra ha visto al Salvador.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
Toda la tierra ha visto al Salvador.

Segunda Lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses (3, 7-12)
Hermanos: Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme, para no serIes gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez: “El que no quiera trabajar, que no coma”.
Y ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo. Les suplicamos a esos tales y les ordenamos, de parte del Señor Jesús, que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (21, 5-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.
Entonces le preguntaron:
“Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”
El les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.
Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.
Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí.
Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes.
Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, que el Señor, el Dios de la vida, los colme con su alegría y con su paz y que su gracia sea fecunda en sus vidas para dar testimonio de Él en medio del mundo.
En la liturgia de este domingo ya nos vamos encontrando con lo que se refiere al final del ciclo litúrgico con textos que poseen un lenguaje apocalíptico, como la lectura de Malaquías “Ya viene el día del Señor... El día que viene los consumirá… Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos”. En él se alienta al justo que sirve al Señor, indicando que llegará el día en que se hará justicia sobre los que no guardan la ley, y que todos los que caminan por el camino del Señor serán iluminados por el “sol de la justicia”.
El mismo salmo nos ayuda a iluminar este texto de Malaquías. Es un himno al Rey y Señor de toda la Creación que invita: “Regocíjense todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones”. Porque es un Dios que dirige con justicia a todos los pueblos de la tierra, que es amoroso y fiel con el pueblo de Israel, que es un Dios justo, por eso debemos por tener la esperanza puesta en este Dios de la Vida.
El Evangelio nos habla de la presencia importante y hermosa del templo de Jerusalén. La arquitectura y riqueza hacían elocuente y patente el poder del mismo Dios de Israel en medio del pueblo judío. Por eso, las veces que el templo fue destruido y arrasado era la gran desolación porque el no tener el Templo significaba estar tan desolados que hasta Dios mismo ya no habitaba en medio de su pueblo. Puede ser que creyeran que el templo era más importante que las actitudes exigidas por el mismo Dios para un verdadero culto a él como la misericordia y la justicia. Es en definitiva lo que iban denunciando los profetas: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Y es que el culto y amor a Dios debe estar unido al amor al prójimo, a la misericordia y a las obras de justicia. Por esto mismo, el anuncio que hace Jesús de la futura destrucción del Templo de Jerusalén está haciendo ver la dureza de un pueblo incapaz de ver lo que es fundamental y que ya hemos enunciado arriba.
Por otra parte, Jesús nos dice que los cristianos serán perseguidos, difamados, marginados y hasta asesinados por sus mismos parientes por el sólo hecho de creer en el Evangelio. Y es que quien sigue al Señor y sigue sus pasos termina como Él, pues su misma vida fue una molestia para lo que no querían cambiar y convertirse. Así, Jesús nos invita a no temer y a dar testimonio, a confiar en su palabra y sabiduría y a tener confianza en Dios.
 Muchas veces, grupos y sectas fundamentalistas se valen de estos textos para hablar del fin del mundo en un sentido catastrófico y metiendo miedo en la población. Jesús nos invita con este mensaje a la conversión y nos alienta para que no desfallezcamos en dar testimonio de Él en medio del mundo. Pidamos al Señor la gracia de llenarnos de Él para ser signos, testigos y testimonio suyo para atraer a otros y colaborar en el instaurar el Reino de Dios ya aquí en la tierra. Amén.

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