Domingo 05 de Febrero, 2012
Día del Señor
Alabemos al Señor, nuestro Dios
Demos gracias al Señor por su misericordia
Primera
Lectura
Lectura
del libro de Job (7, 1-4. 6-7)
En
aquel día, Job tomó la palabra y dijo:
“La
vida del hombre en la tierra es vida de soldado y sus días, como días
de un jornalero. Como el esclavo suspira en vano por la sombra y el
jornalero se queda aguardando su salario, así me han tocado en suerte
meses de infortunio y se me han asignado noches de dolor. Al
acostarme, pienso: ‘¿Cuándo será de día?’ La noche se alarga y
me canso de dar vueltas hasta que amanece.
Mis
días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin
esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos
no volverán a ver la dicha”.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Salmo
Responsorial Salmo 146
Alabemos
al Señor, nuestro Dios.
Alabemos
al Señor, nuestro Dios, porque es hermoso y justo el alabarlo. El
Señor ha reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de Israel los ha
reunido.
El
Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas, tiende su
mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados.
El puede
contar el número de estrellas y llama a cada una por su nombre.
Grande es nuestro Dios, todo lo puede; su sabiduría no tiene límites.
Segunda
Lectura
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9, 16-19. 22-23)
Hermanos:
No
tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa
es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo
lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero
si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué
consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis,
renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación.
Aunque
no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos, para
ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los
débiles.
Me
he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el
Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Evangelio
†
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1,
29-39)
Gloria
a ti, Señor.
En
aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y
Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama,
con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. El se le
acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le
quitó la fiebre y se puso a servirles.
Al
atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y
poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta.
Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a
muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran,
porque sabían quién era él.
De
madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió
y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y
sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron:
“Todos
te andan buscando”.
El les
dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá
el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea,
predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca
siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo habite en sus corazones y sean
signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del
Espíritu Santo.
En la primera lectura, del libro de Job, se nos presenta
a este hombre y su protesta ante Dios por el dolor, que no tiene comprensión. En
esta parte se ve la queja de Job ante el poco sentido que tiene la vida cuando
está marcada por el dolor… el diálogo lleva a hacerle ver a Job que después de
todo la confianza debe ponerla en Dios más allá del dolor. El salmo canta la
confianza en un Dios grande que todo lo puede; tal confianza es la que Jesús
vivirá en la misma cruz cuando encomienda su espíritu al Padre.
Jesús, en el evangelio de Marcos sana la suegra de
Pedro, al atardecer muchos vienen a buscarlo para que siga sanando enfermos, liberando
a los poseídos por espíritus malos. Jesús se muestra como el que puede poner
fin al dolor y sufrimiento de la gente, y esto puede ser algo no tan bueno,
pues parece ser que con Él todo está asegurado. Pero Jesús rechaza el éxito,
pues es ambiguo (“todos te andan buscando”):
¿Por qué viene la gente a Jesús? ¿Por seguir al Mesías en su mensaje de salvación,
de redención y conversión, o porque ven facilitada la vida en muchos aspectos? y
frente a esto toma una decisión: irse a los pueblos vecinos a anunciar también
allí el Evangelio, pues la salvación es para todos y no sólo para algunos, y
además... Jesús no quiere dejarse “atrapar” por la gente como un simple “mano santa”
que soluciona los problemas a la gente, Él quiere que descubran el verdadero
mensaje de Dios y por ende, que descubran al verdadero Dios, es decir, “que no
busquen los consuelos de Dios sino al Dios de los consuelos”.
Esta misma libertad en Cristo es la que permite al
apóstol Pablo ser servidor de todos (“Me
he hecho todo a todos a fin de ganar a todos. Todo lo hago por el Evangelio”).
No tiene problema en hacerse uno como los otros y con los otros, se amolda a
las condiciones de vida de sus destinatarios del mensaje evangélico. Pablo
anuncia así el Evangelio de la libertad, un Evangelio que libera, porque es el
mensaje del AMOR de Dios.
Sí, este mismo mensaje, esta misma acritud de Jesús y de
Pablo nos ayudan a vivir unidos a Dios. Quien se pone en el camino trazado por
Cristo Jesús, más allá de los problemas, dificultades, dolores… vivir en la
confianza de un Dios que nos ha redimido y quiere que vivamos como tales, en la
libertad de los hijos de Dios, en la confianza de saber que “todo lo puedo en Aquél que me conforta”.
Amén.
1 comentario:
hermoso blog. ..pasen por el nuestro.
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