jueves, 31 de diciembre de 2009

Santa María, Madre de Dios, solemnidad



Nm 6,22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas y los bendeciré.
Sal 66,2-3.5.6.8: El Señor tenga piedad y nos bendiga.
Ga 4,4-7: Dios envió a su Hijo nacido de una mujer.
Lc 2,16-21: Encontraron a María y a José y al niño. A los ocho días le pusieron por nombre Jesús.

Nm 6,22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas y los bendeciré.
El Señor habló a Moisés:
-«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.»

Sal 66,2-3.5.6.8: El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Ga 4,4-7: Dios envió a su Hijo nacido de una mujer.
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama; «¡Abba! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lc 2,16-21: Encontraron a María y a José y al niño. A los ocho días le pusieron por nombre Jesús.
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Comentario a la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo hecho hombre por nuestra salvación.
Hoy celebramos la maternidad de María y a la vez damos inicio a un nuevo año que queremos sea vivido en el Señor.
El evangelio nos regala un breve episodio de la Sagrada Familia. Un hecho significativo porque recién nacido el salvador se presentan algunos pastores para adorar al niño. Y contaban todo lo que habían oído al ángel de Dios sobre Él. Mientras tanto, todo transcurría normal, pero María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Todo esto que María fue viviendo, los peligros por los que fue pasando, no terminaban porque había nacido Jesús, pero todo lo que iba sucediendo era para Ella motivo de contemplación de la obra salvadora de Dios.
La grandeza del nacimiento de Jesús se lo debemos a Dios, pero esto no hubiera sido posible sin el “¡Sí!” de María. Y es lo que estamos celebrando hoy: LA MATERNIDAD DE MARÍA.
En atención a los méritos de su hijo María fue preservada de todo pecado, pues de ella y en ella nacería el Dios-con-nosotros, el Dios-hecho-carne.
Ésta es la grandeza de María, mujer de silencio y de profunda unión con Dios, pues antes de concebir en su seno a su Hijo, ya había concebido a Dios en su corazón. Ella es la mujer de la fe viva y verdadera, no por ello se le ahorraron sacrificios y sufrimientos. El haber dado su respuesta afirmativa al Ángel de Dios,
Fue el inicio de un duro camino: el estar embarazada antes de tiempo, el peligro de ser apedreada porque al que llevaba en su seno no era de José, su esposo; el peligro de ser repudiada por José, el ser mirada con malos ojos por los demás…
Este es un día para dar gracias a Dios por lo que obró en María y a través de María, pues “cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción”.
Así, en María somos hijos, hijos de Dios, por eso podemos decir: «¡Abba! Padre». Pues ya no somos esclavos, sino hijos, y herederos de su gracia por voluntad de Dios.
Que este nuevo año que comenzamos en el Señor nos haga sentirnos cada vez más hijos en el Hijo, hijos de Dios y de María, y que sea bendecido con sus bendiciones.
Celebrar la maternidad de maría es un llamado para nosotros a crecer en el amor a María, sentirla como nuestra madre e imitarla en su amor a Dios, en su amor al prójimo, en su entrega desinteresada a la voluntad de Dios, a renunciar a su propio proyecto por seguir la voluntad de Dios sobre ella y sobre toda la humanidad con su maternidad divina.
Los invito a que juntos pongamos este año en manos de Dios,
para que:
El Señor tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
Por último, y pidiendo de Dios su bendición, los bendigo:
"El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz." Amén.

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