viernes, 25 de junio de 2010

Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario

= Domingo 27 de Junio, 2010

Enséñanos, Señor, el camino de la vida
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio

Primera Lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19, 16. 19-21)
En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías: “Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá, para que sea profeta en lugar tuyo”.
Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él trabajaban doce yuntas de bueyes y él trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo:
“Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré”.
Elías le contestó: “Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo”.
Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 15
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Enséñanos, Señor, el camino de la vida.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (5, 1. 13-18)
Hermanos: Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. Su vocación, hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor. Porque toda la ley se resume en un solo precepto:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pues si ustedes se muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse.
Los exhorto, pues, a que vivan de acuerdo con las exigencias del Espíritu; así no se dejarán arrastrar por el desorden egoísta del hombre. Este desorden está en contra del Espíritu de Dios, y el Espíritu está en contra de ese desorden. Y esta oposición es tan radical, que les impide a ustedes hacer lo que querrían hacer. Pero si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (9, 51-62)
Gloria a ti, Señor.
Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén.
Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.
Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús le respondió:
“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”.
A otro, Jesús le dijo:
“Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”.
Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, el Señor que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios esté con todos ustedes.
El texto del evangelio de Lucas, en el pasaje que la liturgia nos regala para este domingo, habla del seguimiento a Jesús.  
Se nos presentan tres casos distintos del seguimiento a Jesús en el marco del viaje hacia Jerusalén. Jesús, al que quiere seguirle: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús le exige: “Los zorros tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”, es decir,
desapego de los bienes y de las comodidades materiales, pues el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza; en el llamamiento de Jesús exige: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”, es decir, un romper con el pasado y el presente, incluso con la propia familia, y seguirlo: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. “Tú ve y anuncia el Reino de Dios”. Todo esto tiene como fin que el seguidor de Cristo esté libre y bien dispuesto para poder anunciar el Reino de Dios.
Las lecturas marcan las exigencias de la vocación: desprendimiento, renuncia, abandonarlo todo para seguir a Jesús.
Quizás este texto del evangelio suene a nuestros oídos como un lenguaje duro, y difícil de actuar, pero tal desprendimiento exigido por Jesús, radical inmediato, está puesto bajo el signo de la urgencia, pues Jesús ha iniciado la subida a Jerusalén, es decir, Jesús va encaminado decididamente a cumplir su misión.
Tal subida a Jerusalén será el culmen de su misión con su entrega total hasta la muerte, por tal motivo exige a los discípulos una toma de conciencia, a través de la renuncia, del riesgo que implica el compartir tal aventura.
Esto nos trae a la memoria las palabras de Santa Teresa de Ávila, donde al verse probada por distintas situaciones, se quejó a su Señor, el cual le respondió: “así trato yo a mis amigos”, y ella le respondió: “con razón, Señor, tienes tan pocos amigos”. Es que los discípulos deben ser conscientes de la magnitud de tal empresa, los sacrificios que conlleva y la gravedad de los compromisos a asumir con tal seguimiento.
Es así como el seguir a Jesús comporta ciertas renuncias como el estar dispuesto a vivir en la inseguridad del discípulo que no tiene donde descansar por seguir a Jesús; una ruptura con el pasado y empezar a vivir el proyecto de Jesús.
Y en este decidir seguirlo, no hay lugar para dudas o vacilaciones, es una elección irrevocable.
Hoy en día el Señor sigue llamando a hombres y mujeres que se entreguen totalmente a Dios para hacer realidad el Reino de Dios ya aquí en la tierra, en la construcción de un mundo mejor donde reine la justicia y la igualdad entre todos.
Si bien el seguir a Jesús proviene de una invitación divina, al mismo tiempo exige una respuesta de nuestra parte. Es don y tarea, don de Dios y tarea de los hombres.
Tal seguimiento y tal radicalidad en la entrega a Dios, tiene que ver con esta admiración y enamoramiento con el Cristo, que se transforman en devoción, en imitación, en compartir la misma vida, para ser verdaderos discípulos y apóstoles por el Reino.
San Pablo en su carta a los gálatas nos ayuda a entender un poco más esto del seguimiento, pues nos dice que “Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Conserven, pues, la libertad”, pues tal vocación recibida desde el bautismo es la libertad.
Por esto mismo, por tener una vocación de libertad, es que se nos exhorta a que vivamos de acuerdo con las exigencias del Espíritu, pues si el Espíritu es el que nos guía, ya no estamos bajo el dominio de la ley.
Sintámonos atraídos por el amor de Dios y la llamada a seguir a Jesús, por nuestra vocación recibida en el bautismo; vocación recibida y de todo cristiano, que consiste en seguir a Cristo y vivir una vida de entrega y de renuncia por amor a Dios y al prójimo por el bien de toda la humanidad y salvación de las almas. Él nos ha mostrado el camino, ¿qué esperamos para imitarlo?

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