viernes, 12 de agosto de 2011

Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A


Domingo 14 de Agosto, 2011


Día del Señor
Que te alaben, Señor, todos los pueblos
Vuelve, Señor, tus ojos a nosotros

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (56, 1. 6-7)
Esto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demáspractiquen la justicia, porque mi salvación  está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse.
A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan  el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi templo  será la casa de oración para todos los pueblos”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 66
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Ten piedad de nosotros bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.

Que te alaben, Señortodos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (11, 13-15. 29-32)
Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor  posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro  salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su  reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su  elección.
Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldíapara manifestarnos a todos su misericordia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15, 21-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y SidónEntonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblementeatormentada por un demonio”.  Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”.
El les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.
Ella se acercó entonces Jesús, y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” Él le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señorperotambién los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            La lectura del evangelio de este domingo es un tanto difícil, porque nos cuesta ver, creer y entender a un Jesús que se pone en difícil, siendo que Él mismo siempre está adelantándose a los que lo necesitan, o compadeciéndose de la gente. Sin embargo vemos ahora un Jesús duro, intransigente, y hasta diríamos soberbio frente a alguien que no es de su misma raza.
            Si miramos el contexto donde se ubica esta parte del evangelio que leemos hoy puede sonar un tanto desubicado, o en contradicción, pues Jesús se está quejando de los fariseos, de sus costumbres y de su intransigencia, su falta de compasión por seguir una ley a rajatabla; y luego se queja de ellos porque le piden un signo, dice a los suyos que se cuiden de la levadura de los fariseos… sin embargo Jesús está en región extranjera y pagana y se le acerca una persona: mujer, extranjera, cananea, pagana, que le ruega que cure a su hija que está atormentada: “Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada».”
            El tema está en que si Jesús no está en su tierra es obvio que tendrá que predicar y realizar milagros o signos, pero sin embargo se molesta por esta mujer. Otro punto a tener en cuenta es que habían ciertas reglas de comportamiento de una mujer hacia el varón, y más si éste era un desconocido, reglas que eran más que de cortesía, de una cultura machista donde la mujer era tenida en menos. Además se sumaba que ella por su desesperación le grita a Jesús para que cure o haga algo por su hija, y tan persistente es que los discípulos deben interceder para que haga algo el Maestro (“Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»”). Jesús utiliza con ella alguna frase (“Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»”)y luego esa frase tan dura refiriéndose a ella y los extranjeros como “perros”, un animal no tenido en cuenta y usado en forma despectiva (“El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»”). A su vez ella le contesta con una sabia frase y demostrando su mucha fe (“Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»… «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»”).
            En definitiva, Jesús si bien ha venido criticando el proceder de los fariseos y de los que se tienen por justos y ponen cargas pesadas en los demás, son hipócritas; lo que hace es poner a prueba la fe de esa mujer, y al comprobarlo Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.
            La mujer se rebela contra Jesús, le grita, le insiste, por poco le exige que cure a su hija. Jesús pone a prueba su fe mostrándose indiferente y nacionalista rígido, pero también aquí es donde prueba la fe de la mujer. Y es que Dios muchas veces saca lo mejor de nosotros en nuestros enojos, en nuestras tribulaciones, en nuestras pruebas y dificultades, sólo falta una cosa, la fe, una fe que sea capaz de confiar plenamente en el Señor que nos redime, nos ofrece su salvación y nos asiste. Por eso dice san Pablo:
En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.
            Que al sentirnos probados, desesperados; cuando experimentamos la ausencia de Dios, que sepamos aferrarnos a su persona, gritarle fuerte desde nuestra fe cimentada en Él, sólo así veremos los milagros de la vida, de lo cotidiano, y también los milagros de Jesús. Amén.

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