miércoles, 21 de septiembre de 2011

Vigésimo Sexto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A


Domingo 25 de Septiembre, 2011

Día del Señor
Descúbrenos, Señor, tus caminos
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Ezequiel (18, 25-28)
Esto dice el Señor: “Si ustedes dicen: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 24
Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.

Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros.

Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (2, 1-11)
Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo.
Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 28-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’.
Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.
Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            Una vez más la liturgia nos lleva a hacer un camino de conversión a través de las lecturas bíblicas. Todos los textos de hoy dicen algo al respecto.
            San Pablo nos habla de una exhortación en nombre de Cristo Jesús, y tal exhortación no es sino una invitación a vivir en el amor como Cristo nos enseñó: “Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús”. La invitación a cambiar de vida debe partir de una confrontación con Jesucristo, con su mensaje y su modo de vida.
            Pero a su vez las lecturas plantean un tema polémico: La conversión de los que el pensar religioso considera como pecadores. Y es que debería ser un signo profético el que todos puedan y tengan la posibilidad de cambiar de vida, de ir por el camino del bien.
            En la mentalidad judía y en la religiosidad de la época, aquellos que eran grandes pecadores estaban fuera de toda religión, de toda salvación, pues sus mismos pecados impedían volver a Dios; sin embargo Jesús nos dice lo contrario: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”. No sólo habla de la posibilidad de salvación de aquellos que eran tenidos por los más grandes pecadores, sino que éstos se adelantan a los que se creen o se tienen por justos, pues –tanto el profeta Ezequiel como el evangelio- se refieren a esta realidad: los que se consideran a sí mismos ya salvados, son incapaces de darse cuenta y de cambiar su manera de pensar y obrar para poder abrirse a la gracia y a la acción de Dios.
            Y es que el pecado más grande de estos personajes, religiosos cumplidores de la Ley, representantes de la religión del pueblo (sacerdotes, fariseos, escribas, etc.), inciden en el pecado de la falsa conciencia religiosa de caer en la pretensión infundada de considerarse salvados por sus propios méritos y no por la gracia de Dios.
            La parábola que hoy nos propone Jesús nos ejemplifica sobre lo que venimos meditando; la viña es el lugar donde Dios nos pone para trabajar y construir su reino, y es urgente, y a esa viña el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de ambos es clara: uno dice que sí irá y el otro dice que no, pero entre la respuesta y el obrar de cada uno se produce una ambigüedad, pues el que dice de ir no va y quien dice de no ir finalmente va. Sin embargo, sólo el compromiso del que al inicio se había negado a ir a trabajar nos hace ver un cambio positivo de actitud. Es así como Jesús denuncia la actitud de todo el pueblo y de los que lo dirigen, pues inicialmente y públicamente se comprometen a servir al Señor, pero se vuelven incapaces de obrar coherentemente. Muy distinto es la actitud de aquellos que, si bien se niegan al inicio, terminan colaborando con el Reino de Dios y cambiando su obrar.
            La parábola plantea una disyuntiva –como dijimos anteriormente- pues, los que eran considerados pecadores por el sistema religioso eran, verdaderamente, los que se dejaban tocar y transformar.
            La conversión no es “SÍ” y después un “NO”, tampoco un “NO” de entrada, pero si al menos ese “NO” se transforma luego en un “SÍ”, al menos habrá habido un cambio positivo en la vida de la persona. Es lo que está de fondo en la parábola: a quienes se dio primero el mensaje de Dios y fue tomado como camino de vida, terminan siendo duros, leguleyos y por tanto, separándose del verdadero planteo de conversión de Dios; en cambio, a aquellos a quienes por diversos motivos no les llegó o no quisieron aceptar el mensaje, se les da un cambio en sus vidas, se han dado cuenta de la tristeza que trae consigo un “NO” dado a Dios, y es así como las prostitutas y los publicanos terminan siendo los primeros en aceptar verdaderamente el mensaje de Dios en Cristo Jesús.
            Y hablar de prostitutas y publicanos no sólo era hablar pecadores y dar Jesús un ejemplo de ello para realizar su parábola, sino que tiene un mensaje de fondo, pues era hablar de profesiones consideradas como lo peor de lo peor y de personas despreciadas y marginadas por el resto del pueblo, por el ejercicio de tales “oficios”, por quienes las ejercían, eran considerados personas totalmente separadas del resto de la gente y de la gente de bien.
            Jesús pone en ridículo a los grandes sabios y maestros de la ley pues ni siquiera la presencia de Juan el Bautista es capaz de ayudar a tomar conciencia, y así poder transformar sus vidas.
            En definitiva, lo que se nos presenta es la cuestión de la coherencia de vida, coherencia entre lo que vivo y lo que creo. Pues: “Si ustedes dicen: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.
            El Señor es grande y sabe de nuestras miserias, por eso nos invita a escuchar su Palabra y a vivir la de todo corazón, tratando de asimilarla para que nos ayude a hacer un proceso serio de conversión en el amor. Amén.

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