Domingo
02 de Octubre, 2011
Día del Señor
La viña del Señor es la casa de Israel
Bueno es el Señor con los que en él confían
Primera Lectura
Lectura
del libro del profeta Isaías (5,
1-7)
Voy a cantar, en nombre
de mi amado, una canción a su viña. Mi amado tenía una viña en
una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en
ella vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un
lagar. El esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio
uvas agrias.
Ahora bien, habitantes
de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre
mi viña y yo. ¿Qué más pude hacer por mi viña, que yo no lo
hiciera? ¿Por qué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las
dio agrias?
Ahora voy a darles a conocer lo
que haré con mi viña; le quitaré su cerca y será destrozada.
Derribaré su tapia y será pisoteada. La convertiré en un erial, nadie
la podará ni le quitará los cardos, crecerán en ella los abrojos y
las espinas, mandaré a las nubes que no lluevan sobre ella.
Pues bien, la viña del
Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá
son su plantación preferida. El Señor esperaba de ellos que
obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades;
él esperaba justicia y sólo se oyen reclamaciones.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Salmo
Responsorial Salmo 79
La viña
del Señor es la casa de Israel.
Señor,
tú trajiste de Egipto una vid, arrojaste de aquí a los paganos y la
plantaste; ella extendió sus sarmientos hasta el mar y sus brotes
llegaban hasta el río.
Señor,
¿por qué has derribado su cerca, de modo que puedan saquear tu viña
los que pasan, pisotearla los animales salvajes, y las bestias del
campo destrozarla?
Señor,
Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala;
protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo
cultivaste.
Ya no
nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder.
Restablécenos, Señor, Dios de los ejércitos, míranos con bondad y
estaremos a salvo.
Segunda Lectura
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (4,
6-9)
Hermanos: No se
inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus
peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y
que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie
sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por lo demás,
hermanos, aprecien todo lo que es verdadero y noble, cuanto
hay de justo y puro, todo lo que es amable y honroso, todo lo
que sea virtud y merezca elogio.
Pongan por obra cuanto
han aprendido y recibido de mí, todo lo que yo he dicho y me
han visto hacer; y el Dios de la paz estará con ustedes.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Evangelio
†
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 33-43)
Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo
esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un
viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una
torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue
de viaje.
Llegado el tiempo de
la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los
frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los
criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon.
Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los
primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a
su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero
cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es
el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su
herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora, díganme: cuando
vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos
le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y
arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a
su tiempo”.
Entonces Jesús les dijo:
“¿No han leído nunca en la Escritura: La
piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.
Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo
que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un
pueblo que produzca sus frutos”.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, que el
Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo
habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del
mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
La lectura del profeta Isaías que leemos hoy nos pone en
el contexto en que vivía Israel: una decadencia en el reino de Judá con
una política de autoritarismo, de represión. E Isaías
utiliza la palabra de Dios que se le comunica -por ser profeta y servidor de
la palabra, comprometido- para hacer presente la voluntad de Dios en
esta «Canción de la viña». “Pues bien, la viña del Señor de los
ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son
su plantación preferida. El Señor esperaba de ellos que
obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades;
él esperaba justicia y sólo se oyen reclamaciones”.
La lectura del evangelio en la predicación de Jesús, nos
presenta un mensaje similar, y usa el mismo lenguaje e imágenes de
la viña para expresar su mensaje.
Muchos grupos en la época de Jesús consideraban que la salvación de
Israel era el objetivo de Dios, sólo que no por todos esta salvación era bien
interpretada, pues si bien la salvación presentada por Dios es para toda la
humanidad, para muchos la salvación era entendida en clave de liberación del
poder de turno, para otros era la implementación o instauración del reino
mediante el cumplimiento de las leyes y de la purificación en su cumplimiento,
etc. Así cada grupo o sector social esperaba un Mesías según su propia medida;
y a la vez, los que estaban encargados de guiar al pueblo y los responsables de
velar por él y por su bienestar político-religioso, sintieron que, al venir los
profetas y servidores -que denunciaban y anunciaban el querer de Dios-,
peligraba su autoridad y su lugar en medio del pueblo.
La parábola de Jesús viene dirigida sobre todo a los
ancianos y sacerdotes del pueblo, a quienes se les confió el pueblo de Dios, la
viña de Dios, para que creciera y diera frutos pero, frente a estos servidores
de la palabra de Dios, sintieron que se les podía quitar tal poder, veían a
éstos como quienes podían usurparles la viña, y por eso los mataron. Pero Dios
pensó en enviar a su propio Hijo, para poder tomar posesión de la viña y de sus
frutos, pero también fue rechazado y eliminado. La parábola es muy clara, se
refiere a la historia de pecado del pueblo de Israel, sobre todo en aquellos a
quienes se les había encomendado el pueblo, la viña de Dios.
El Reino de Dios, su viña, no es propiedad privada de nadie ni de ningún grupo de
turno en particular, y nadie se debe arrogar el título de jefe, puesto que el
Señor Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad mediante la caridad. Dios quiere que obremos como Él mismo y como su
Hijo Jesucristo: vivir comprometidos con la vida, todo debe ir de acuerdo
y en coherencia, tanto las acciones como las palabras. Por otra parte, la
salvación no es privativa del pueblo judío, sino que es para toda la humanidad:
el Padre envía a Jesús para que todos «tengan vida y
la tengan en abundancia» (Jn 10,10).
La denuncias que realiza Jesús mediante la parábola
de los viñadores homicidas, es el reclamo de una vida de un pueblo que no puede
caminar en la libertad de los hijos de Dios debido a que otros se apropian de la
gracia y no dejan crecer a los demás, el Dios de Jesús es un Dios
«que ama la vida» (Sab 11, 26), por eso es capaz de dar su vida
en rescate por nosotros, por su viña, concediéndonos su misma vida divina,
aquella que nadie puede darnos sino sólo Él.
Nosotros, que somos sus seguidores, o al menso es nuestro
deseo, debemos obrar de la misma manera, no sintiéndonos dueños de su viña sino
poniéndonos totalmente al servicio del Reino (Mt
10,39).
Jesús, el Hijo del
hombre, está dispuesto a dar su vida en rescate por todos (Mt
20,28). De él hemos aprendido lo que significa dar la vida por los hermanos (Jn 10,11).
Nos sumamos a tantos cristianos, hermanos
nuestros, que optan y apuestan su vida por el Reino, por la Viña de Dios, aun con
el riesgo de perder la propia vida. Que podamos vivir cada
uno como servidores de los demás, de nuestros hermanos, no acaparando para
nosotros la gracia y la salvación que provienen de Dios, sino donando nuestra
vida por el Reino como lo hicieron los profetas y el mismo Jesús en forma
plena. Amén.
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