Domingo 22 de Enero, 2012
Día del Señor
Descúbrenos, Señor, tus caminos
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor
Primera
Lectura
Lectura
del libro del profeta Jonás (3, 1-5. 10)
En
aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate
y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje
que te voy a indicar”.
Se
levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor.
Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla.
Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando:
“Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.
Los
ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de
sayal, grandes y pequeños. Cuando Dios vio sus obras y cómo
se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó
el castigo que había determinado imponerles.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Salmo
Responsorial Salmo 24
Descúbrenos,
Señor, tus caminos.
Descúbrenos,
Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres
nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.
Acuérdate,
Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa
ternura, acuérdate de nosotros.
Porque
el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero,
guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres
sus caminos.
Segunda
Lectura
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (7, 29-31)
Hermanos:
Les quiero decir una cosa: la vida es corta. Por tanto,
conviene que los casados vivan como si no lo estuvieran; los
que sufren, como si no sufrieran; los que están alegres, como si
no se alegraran; los que compran, como si no compraran; los que
disfrutan del mundo, como si no disfrutaran de él; porque este
mundo que vemos es pasajero.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Evangelio
†
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (1,
14-20)
Gloria
a ti, Señor.
Después
de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para
predicar el
Evangelio
de Dios y decía:
“Se
ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse
y crean en el Evangelio”.
Caminaba
Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su
hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores.
Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de
hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un
poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que
estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos,
dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron
con Jesús.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti Señor, Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca
siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo habite en sus corazones y sean
signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del
Espíritu Santo.
Hoy tanto el evangelio como la primera lectura tratan de
los mismos temas, reforzado también por el salmo y la segunda lectura.
En el libro de Jonás Dios le da un mandato:
"Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te
digo"; el evangelio de Marcos inicia la vida pública de Jesús diciendo:
"Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios".
Y el mensaje de Dios no es otro que dar a conocer su
voluntad a la humanidad entera. A través de Jonás Dios interviene para que se
conviertan, pues Él no quiere que el caos moral siga llevando a la ruina a
Nínive. Y tal mensaje es un mensaje de salvación que pasa por el camino de la
conversión; así lo manifiestan ambas lecturas. Dios vela por la humanidad y
desea que vivan en la libertad de los hijos de Dios y no en el libertinaje, y sólo
a través de un camino de conversión podía ayudar en el reconocimiento de sus
propios pecados y tomar otra actitud respecto de sus vidas y así ser beneficiarios
del perdón y de la redención. Es decir, el centro de la conversión es la Buena Nueva
de Dios, es su Palabra anunciada, escuchada y tomada en cuenta.
De eso se trata en las lecturas de hoy: nos hablan de la centralidad
que debe ocupar en nuestra vida cristiana la Palabra de Dios.
Inmediatamente –en el evangelio- Jesús va llamando a los primeros
discípulos, y simplemente los llama, no les dice que se conviertan y después lo
sigan, simplemente les dice: “Síganme”. La urgencia del anuncio del Reino y su evidente
venida en Jesús hace que el Señor llame servidores de su palabra. No los llama a
ellos porque sean mejores que otros o más santos, sino porque simplemente los eligió,
como dice en otra parte: “llamó a los que Él quiso”. Jesús llama a sus discípulos
y los va capacitando para la misión, y en ese capacitarlos los discípulos van haciendo
experiencia de lo que significa seguir la radicalidad de seguir a Jesús.
Decíamos que la carta de Pablo a los
corintios también puede iluminarnos porque la instauración del Reino de
Dios en la tierra, el aceptarlo implica un camino de renuncias y de entregas,
donde todas las realidades humanas llegan a adquirir un nuevo sentido: comprar,
vender, llorar, reírse, casarse o permanecer célibe… más allá de la creencia en
aquella época de que el tiempo era corto y el Señor estaba por volver en
cualquier momento, para nosotros nos sirve para ubicarnos en las realidades
espirituales y viviendo encarnados a la vez. Quien ha aceptado a Cristo Jesús
no puede vivir de otra manera: Lo absolutamente definitivo es vivir de acuerdo
a la voluntad salvífica de Dios. Es Cristo Jesús quien hace “nuevas todas las
cosas” a través de su Reino, pues es Él quien da sentido a nuestras vidas y no lo
que somos o tenemos. Vivir unidos a Cristo significa vivir en constante conversión,
pero gozosa y alegre de quien vive en la libertad de los hijos de Dios, y no
con el peso y la culpa de no saber cómo vivir o preocupados en el presente y
futuro.
Pidamos al Señor Jesús que nos recuerde siempre que el
centro de nuestras vidas es Él y no otra cosa, y que las realidades terrenas
debemos vivirlas encarnados pero también en la espiritualidad de lo cotidiano,
haciendo presente a Dios en lo de cada día y en cada cosa y persona. Amén.
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