viernes, 27 de julio de 2012

Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 29 de Julio, 2012


Primera Lectura
Lectura del Segundo  libro de los Reyes (4,42-44)
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: "Dáselos a la gente, que coman." El criado replicó: "¿Qué hago yo con esto para cien personas?" Eliseo insistió: "Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará." Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo  44
R/ "Abres tú la mano, Señor, y nos sacias."

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R/

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/

Segunda Lectura
Lectura del Libro de los Efesios (4,1-6)
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6,1-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo." Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            En la liturgia de hoy se nos presenta la multiplicación de los panes, tanto en la lectura del evangelio como en la primera lectura. El texto dice que mucha gente acudía a Jesús por los signos que hacía. El contexto de la multiplicación de los panes es la cercanía de la Pascua judía, lo cual nos hace pensar en lo que significa para el evangelista Juan: en su evangelio no está desarrollada la Última Cena como en los demás evangelios, pero se deduce que para Juan la multiplicación de los panes es el centro eucarístico por excelencia, ya que después dedica todo un el discurso hablando del Pan de Vida, que es Jesús mismo.
            Se puede ver que mucha gente que lo seguía venía de lejos, es un dato que nos ofrecen los evangelios; y puede ser -como algo lógico- que vinieran preparados para pasar el tiempo con Jesús. Al ver a tanta gente Jesús cuestiona la fe de Felipe diciéndole con qué comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no bastarían doscientos denarios para darles de comer, y Andrés le dice que hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es eso para tanta gente? Igual pregunta se le hace a Eliseo en la primera lectura.
            Algunos estudiosos cuestionan que Jesús haya realizado realmente un milagro, y que lo que hizo fue pedir que cada uno pusiera en común lo que tenía para comer, no es descabellada la idea, pero si nos ponemos a analizar que la multiplicación de los panes figura en los cuatro evangelios, y en algunos está por duplicado, puede llevarnos a suponer que ese milagro realmente sucedió e impactó tanto que todos lo relatan, y no quita que también la gente después aportara algo de lo que podían llegar a tener algunos al ver la generosidad de un muchacho y el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados.
            Podemos hacer una doble lectura que puede ser en definitiva una sola: Cristo Jesús es el verdadero Pan de vida que se da y se multiplica y sigue siendo siempre el mismo y nunca se termina, él es el centro de nuestra vida que alimenta no sólo el cuerpo sino toda la persona; y a su vez nos invita a ser generosos, como este muchacho y como Jesús, que se compadece de todos y obra el milagro.
            Así, Jesús enseña que la dinámica del Reino es también compartir. No podemos vivir siempre de milagros que nos dan el alimento y lo necesario para vivir, y quizá todo el dinero del mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para ayudar a los que pasan alguna indigencia, pero el problema se puede ir solucionando compartiendo, siendo solidarios con los que menos tienen, y así podrá alcanzar para todos e incluso sobrar.
            El texto de Pablo es un llamamiento a la unidad, y esta exhortación a los Efesios (y hoy en día a nosotros) es que vivan de acuerdo con la vocación a la que han sido llamados y que han recibido en el mismo bautismo y se esfuercen por mantener y vivir la unidad. Vivir el bautismo y vivir en la unidad es reconocer la misma y única paternidad de Dios nos lleva a reconocer a los demás como nuestros hermanos, como lo hizo madre Teresa de Calcuta, por ejemplo.
            Sólo así, reconociéndonos hijos en el Hijo, por el bautismo, e hijos de un mismo Padre Dios, es que podemos ser solidarios unos con otros como lo fue Cristo Jesús; no se nos tiene que olvidar que la vida acontece como pura gratuidad, por puro don de Dios. Y en esta multiplicación de los panes y de los peces hay mucho de ello, pues se obra el milagro –y doblemente milagro- porque no es sólo la multiplicación de los cinco panes y dos pescados, sino también lo que ocurre en el corazón de los presentes: se sienten tocados por las palabras y el obrar de Jesús y, seguramente aún cuando no se tenía nada para compartir, quizás alguno dejó su egoísmo y abrió su corazón a la solidaridad y pensar en el otro que no tenía nada. Pero el texto nos habla de que quería la gente hacerlo rey por lo que había hecho, es decir, sintieron que tenían solucionados todos sus problemas con alguien así como Jesús, entonces muchos no entendieron lo que significaba ese milagro de la multiplicación.
            Por otra parte, el gesto de compartir el pan es algo que marca profundamente la vida de las comunidades desde sus orígenes, pues el compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y mantiene la vida, un gesto de pascua y de resurrección, pues partiendo el pan y El Pan se descubre la presencia del Resucitado, pues se tiene en cuenta que si no amo a mi hermano a quien veo y digo que amo a Dios a quien no veo entonces soy un mentiroso, pero si amo a mi hermano y soy solidario con él, entonces puedo ser capaz de compartir y comulgar el Pan de Vida, Jesús mismo.
            Si decimos que somos hijos de un mismo Padre en el Hijo por el bautismo, como dice Pablo en la lectura a los Efesios, entonces no se entiende por qué tantos hermanos nuestros viven en situaciones de pobreza y miseria mientras otros viven en la abundancia y no saben qué hacer con lo que tienen. Tratemos de contagiar al mundo esto que Jesús nos regaló, tratemos de vivirlo en carne propia, para que ningún ser humano tenga que morir de hambre o vivir en la indigencia, pues la tierra es para todos y tiene lo suficiente para todos.
            Nosotros los cristianos no debemos olvidarnos del mensaje de Jesús, el ser solidarios y el compartir, por más poco que sea, para que Él obre lo demás, pues una gota de agua mas otra pueden formar un océano; es la clave para vivir realmente la fraternidad y reconocernos hijos de un mismo Padre Dios. Que el Señor nos regale la gracia de sabernos hermanos y de saber que cuando se comparte con generosidad y alegría todos pueden vivir dignamente, pues Dios ama al que da con alegría. Amén.

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