Domingo 29 de
Julio, 2012
Primera
Lectura
Lectura
del Segundo libro de los Reyes (4,42-44)
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer
al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano
reciente en la alforja. Eliseo dijo: "Dáselos a la gente, que coman."
El criado replicó: "¿Qué hago yo con esto para cien personas?" Eliseo
insistió: "Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor:
Comerán y sobrará." Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró,
como había dicho el Señor.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Salmo
Responsorial Salmo 44
R/ "Abres tú la mano, Señor, y nos sacias."
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te
bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus
hazañas. R/
Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R/
El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/
Segunda
Lectura
Lectura
del Libro de los Efesios
(4,1-6)
Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que
andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre
humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor;
esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo
cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la
que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de
todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
Evangelio
†
Lectura del santo Evangelio según san Juan (6,1-15)
Gloria
a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del
lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían
visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña
y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los
judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice
a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía
para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe contestó:
"Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un
pedazo." Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le
dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de
peces; pero, ¿qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente
que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se
sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la
acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo
que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
"Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los
recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de
cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el
signo que había hecho, decía: "Éste sí que es el Profeta que tenía que
venir al mundo." Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para
proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Comentario
a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y
hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su
paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en
medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
En la liturgia de hoy se
nos presenta la multiplicación de los panes, tanto en la lectura del evangelio
como en la primera lectura. El texto dice que mucha
gente acudía a Jesús por los signos que hacía. El contexto de la multiplicación
de los panes es la cercanía de la Pascua judía, lo cual nos hace pensar en lo
que significa para el evangelista Juan: en su evangelio no está desarrollada la
Última Cena como en los demás evangelios, pero se deduce que para Juan la
multiplicación de los panes es el centro eucarístico por excelencia, ya que
después dedica todo un el discurso hablando del Pan de Vida, que es Jesús
mismo.
Se puede ver que mucha
gente que lo seguía venía de lejos, es un dato que nos ofrecen los evangelios;
y puede ser -como algo lógico- que vinieran preparados para pasar el tiempo con
Jesús. Al ver a tanta gente Jesús cuestiona la fe de Felipe diciéndole con qué
comprarían panes para dar de comer a la multitud. Felipe le dice que no
bastarían doscientos denarios para darles de comer, y Andrés le dice que hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es eso para
tanta gente? Igual pregunta se le hace a Eliseo en la primera lectura.
Algunos estudiosos
cuestionan que Jesús haya realizado realmente un milagro, y que lo que hizo fue
pedir que cada uno pusiera en común lo que tenía para comer, no es descabellada
la idea, pero si nos ponemos a analizar que la multiplicación de los panes
figura en los cuatro evangelios, y en algunos está por duplicado, puede
llevarnos a suponer que ese milagro realmente sucedió e impactó tanto que todos
lo relatan, y no quita que también la gente después aportara algo de lo que
podían llegar a tener algunos al ver la generosidad de un muchacho y el milagro
de la multiplicación de los panes y los pescados.
Podemos hacer una doble
lectura que puede ser en definitiva una sola: Cristo Jesús es el verdadero Pan
de vida que se da y se multiplica y sigue siendo siempre el mismo y nunca se
termina, él es el centro de nuestra vida que alimenta no sólo el cuerpo sino
toda la persona; y a su vez nos invita a ser generosos, como este muchacho y
como Jesús, que se compadece de todos y obra el milagro.
Así, Jesús enseña que la
dinámica del Reino es también compartir. No podemos vivir siempre de milagros
que nos dan el alimento y lo necesario para vivir, y quizá todo el dinero del
mundo no fuese suficiente para comprar el alimento necesario para ayudar a los que
pasan alguna indigencia, pero el problema se puede ir solucionando compartiendo,
siendo solidarios con los que menos tienen, y así podrá alcanzar para todos e
incluso sobrar.
El texto de Pablo es un llamamiento
a la unidad, y esta exhortación a los Efesios (y hoy en día a nosotros) es que
vivan de acuerdo con la vocación a la que han sido llamados y que han recibido en
el mismo bautismo y se esfuercen por mantener y vivir la unidad. Vivir el
bautismo y vivir en la unidad es reconocer la misma y única paternidad de Dios
nos lleva a reconocer a los demás como nuestros hermanos, como lo hizo madre
Teresa de Calcuta, por ejemplo.
Sólo así, reconociéndonos
hijos en el Hijo, por el bautismo, e hijos de un mismo Padre Dios, es que
podemos ser solidarios unos con otros como lo fue Cristo Jesús; no se nos tiene
que olvidar que la vida acontece como pura gratuidad, por puro don de Dios. Y en
esta multiplicación de los panes y de los peces hay mucho de ello, pues se obra
el milagro –y doblemente milagro- porque no es sólo la multiplicación de los
cinco panes y dos pescados, sino también lo que ocurre en el corazón de los
presentes: se sienten tocados por las palabras y el obrar de Jesús y, seguramente
aún cuando no se tenía nada para compartir, quizás alguno dejó su egoísmo y
abrió su corazón a la solidaridad y pensar en el otro que no tenía nada. Pero el
texto nos habla de que quería la gente hacerlo rey por lo que había hecho, es
decir, sintieron que tenían solucionados todos sus problemas con alguien así
como Jesús, entonces muchos no entendieron lo que significaba ese milagro de la
multiplicación.
Por otra parte, el gesto
de compartir el pan es algo que marca profundamente la vida de las comunidades desde
sus orígenes, pues el compartir el pan se convierte en un gesto que prolonga y
mantiene la vida, un gesto de pascua y de resurrección, pues partiendo el pan y
El Pan se descubre la presencia del Resucitado, pues se tiene en cuenta que si
no amo a mi hermano a quien veo y digo que amo a Dios a quien no veo entonces
soy un mentiroso, pero si amo a mi hermano y soy solidario con él, entonces
puedo ser capaz de compartir y comulgar el Pan de Vida, Jesús mismo.
Si decimos que somos hijos
de un mismo Padre en el Hijo por el bautismo, como dice Pablo en la lectura a
los Efesios, entonces no se entiende por qué tantos hermanos nuestros viven en situaciones
de pobreza y miseria mientras otros viven en la abundancia y no saben qué hacer
con lo que tienen. Tratemos de contagiar al mundo esto que Jesús nos regaló,
tratemos de vivirlo en carne propia, para que ningún ser humano tenga que morir
de hambre o vivir en la indigencia, pues la tierra es para todos y tiene lo suficiente
para todos.
Nosotros los cristianos no
debemos olvidarnos del mensaje de Jesús, el ser solidarios y el compartir, por
más poco que sea, para que Él obre lo demás, pues una gota de agua mas otra
pueden formar un océano; es la clave para vivir realmente la fraternidad y reconocernos
hijos de un mismo Padre Dios. Que el Señor nos regale la gracia de sabernos
hermanos y de saber que cuando se comparte con generosidad y alegría todos
pueden vivir dignamente, pues Dios ama al que da con alegría. Amén.
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