domingo, 19 de octubre de 2008

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO Año A


COMENTARIO A LA PALABRA DE DIOS:
Una vez mas Jesús es interrogado con malicia por los fariseos para hacerlo caer en alguna afirmación, ya sea contra Dios o contra el poder romano en la figura del César. Esta vez los fariseos, acompañados de los herodianos, quieren poner en dificultad a Jesús frente al poder político romano (herodianos) y frente al judaísmo (fariseos).
Jesús se da cuenta de la mala intención de ellos y resuelve con mucha libertad la cuestión: “¿De quién es la imagen y la inscripción?”… pues den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.
¡Qué mejor respuesta que esa! Los fariseos están preocupados en hacer tropezar a Jesús para deshacerse de Él, pues en el fondo no aceptan el mensaje de Jesús.
La palabra de Jesús viene anunciada tanto para ellos como nosotros, hombres y mujeres de este siglo. El mensaje no es otro que este mismo -y que Don Bosco tenía muy presente en su vida y en la educación de sus muchachos-: ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.
Se trata de cumplir los deberes del propio estado de vida, se trata de vivir en forma integrada nuestro ser cristiano y nuestro vivir en sociedad, en una cultura e historia determinada. Es tratar de vivir la “gracia de unidad”, vivir integrados, como dignos hijos de Dios, en la libertad de los hijos de Dios.
No se es cristiano sólo cuando se reza o se va a Misa o se asiste a alguno de los sacramentos, sino que se es cristiano siempre y en todas partes, con la misma intensidad y libertad, dando testimonio de lo que somos y hemos elegido vivir libremente. Es todo un compromiso, ¿no?...
Es que Dios no pide mucho, PIDE TODO, todo nuestro ser, toda nuestra vida para Él. Y el mejor modo de vivir en su presencia es siendo verdaderos hijos de Dios y de nuestro tiempo, vivendo encarnados y encarnando el Evangelio.
Ser cristianos y dar testimonio en todos los lugares por donde estamos y nos encontramos en este mundo en que vivimos exige verdaderamente un compromiso por el Reino, un vivir comprometido con Dios y con el mundo, siendo imágenes de su amor, de su justicia y de su bondad en el siglo presente.
Por eso, evitemos llevar una doble vida o una vida dividida donde en un lado me comporto como cristiano y en otro me comporto como a-cristiano, dejándome llevar e influenciar por las cosas de este mundo que son contrarias a lo que creo y profeso e intento vivir.
Pero no tengamos miedo de vivir como verdaderos cristianos y honrados ciudadanos, dando testimonio de nuestra vida en Dios, pues sabemos bien, como dice San Pablo: Por la fuerza del Evangelio, con la potencia del Espírito Santo y con profunda convicción, demos gracias a Dios, hermanos amados de Dios, elegidos por Él, pues la oración y las obras de la fe, la fatiga en la caridad y la firmeza de la esperanza en el Señor Jesucristo, delante de Dios nuestro Padre, sean el motivo de nuestra vida, dando razones de nuestra esperanza.

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