sábado, 11 de octubre de 2008

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO Año A


LITURGIA DE LA PALABRA

* Is 25,6-10a: El Señor preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos los rostros.
Hará Yahveh Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados;consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todos los gentes;consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahveh ha hablado.Se dirá aquel día: "Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahveh en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su salvación."Porque la mano de Yahveh reposará en este monte, Moab será aplastado en su sitio como se aplasta la paja en el muladar.

* Sal 22,1-6: Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
Yahveh es mi pastor, nada me falta.Por prados de fresca hierba me apacienta.Hacia las aguas de reposo me conduce,y conforta mi alma;me guía por senderos de justicia,en gracia de su nombre.Aunque pase por valle tenebroso,ningún mal temeré, porque tú vas conmigo;tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.Tú preparas ante mí una mesafrente a mis adversarios;unges con óleo mi cabeza,rebosante está mi copa.Sí, dicha y gracia me acompañarántodos los días de mi vida;mi morada será la casa de Yahveha lo largo de los días.

* Flp 4,12-14.19-20: Todo lo puedo en aquel que me conforta.
Sé andar escaso y sobrado. Estoy avezado a todo y en todo: a la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación.
Todo lo puedo en Aquel que me conforta.
En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús.
Y a Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

* Mt 22,1-14: A todos los que encontréis, convidadlos a la boda.
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo:"El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda."Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio;y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda."Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales."Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" Él se quedó callado.Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes."Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos."

COMENTARIO A LA PALABRA DE DIOS:
Dice el Señor que preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos los rostros, que consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra.
La primera lectura nos muestra el banquete al final de los tiempos, cuando Jesús venga a juzgar a las naciones, habla de la escatología, del final, donde ya no habrá llanto ni dolor para los invitados a gozar de la Fiesta de las bodas eternas del Cordero, Jesucristo nuestro Señor.
Pero mientras peregrinamos en este mundo, necesitamos de Jesús, del Pastor Eterno, para que nos guíe en el camino de la vida, para que nos ayude y sostenga al atravesar oscuras quebradas, llevándonos por senderos de justicia, por amor de su nombre, confortando nuestras almas… porque si Él está conmigo
ningún mal temeré, porque tu vara y tu cayado me sosiegan al pasar por valle tenebroso. Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Dios a lo largo de los días.Porque como nos dice San Pablo, “todo lo puedo en Aquel que me conforta”.
Pero en medio de este peregrinar por este mundo hasta llegar al Paraíso, Dios Padre nos está ya invitando al banquete de bodas de su Hijo.En esta parábola contada por Jesús, se nos explica el sentido del Reino de los Cielos al cual aspiramos y caminamos. El Rey envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda" de mi hijo.Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Ninguno se interesó por la boda del hijo del Rey… Dios Padre viene anunciándonos y preparándonos desde antiguo para la llegada de su Hijo Jesús por medio de los profetas, pero a lo largo de la historia todos hicieron lo mismo, se encerraron en sus propios proyectos y no se abrieron a la gracia de Dios.
Hoy el Padre sigue llamando a la Boda de su Hijo, pero seguimos disculpándonos de no poder ir, prefiriendo nuestras cosas, proyectos personales y egoísmos a gozar de la dicha de su salvación y amor.
Y seguimos echando fuera a todos los que Dios nos manda como mediadores e instrumentos de su gracia… seguimos prefiriendo nuestro egoísmo y nuestros pecados que vivir en su gracia. Pero aún cuando aceptamos la invitación, debemos optar por vivir de acuerdo al proyecto de Dios, llevando el “traje de boda” (estar en gracia), pues no se admiten tibiezas o mediocridades, hay que darse por entero, el todo por el todo, como lo hizo Jesús por nosotros, una vez por todas y para siempre.Pidamos a Dios la gracia de estar atentos a su invitación al banquete de bodas de su Hijo, para llevar un vida digna de un cristiano comprometido, que vive la gracia como un don y una tarea para hacerla fructificar, a fin de que podamos encontrarnos un día, todos juntos, en el Cielo, festejando la Boda de Jesús, el Cordero inmolado por nuestra salvación.

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