martes, 6 de enero de 2009

EPIFANÍA DEL SEÑOR Solemnidad


6 ENERO
Lecturas: Is 60,1-6; Sal 71; Ef 3,2-3a.5-6; Mt 2,1-12

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, hoy celebramos con toda la Iglesia la solemnidad de la epifanía del Señor, y epifanía no es otra cosa que la “manifestación” del Señor, es la manifestación de Dios al munso, es el mostrarse de Dios –en su Hijo Jesús- a todos los pueblos de la tierra para hacernos presente la llegada de su salvación para cada uno.
Por eso, hagamos nuestras las palabras del Profeta Isaías: “Levántate, revístete de luz, porque viene tu luz, la gloria del Señor brilla sobre ti. Porque las tinieblas recubren la tierra, …pero sobre ti resplandece el Señor, su gloria aparece sobre ti”.
“Porque Él librará al miserable que lo invoca, al pobre que no encuentra ayuda”.
Éste es el gran regalo de Dios a la humanidad, el darnos a su propio Hijo como luz del mundo y esperanza de las naciones, sobre todo de los oprimidos, de los más débiles, los pobres y afligidos.
“Esto no ha sido manifestado a los hombres de generaciones precedentes como ahora ha sido revelado a nostro por medio del Espíritu: que estamos todos llamados, en Cristo Jesús, a condividir la misma herencia, a formar el mismo cuerpo y a ser partícipes de la misma promesa por medio del Evangelio”.

Sí, quizás suene a utopía, pero para Dios nada es imposible, y si Dios nos dio a su Hijo Jesús nacido en la carne, en nuestra humanidad, significa que hay un inmenso amor de Él hacia nosotros. Por eso, también debemos asumir una conducta diversa al recibir este anuncio de parte de Dios, pues Él cuenta con nosotros para renovar y cambiar el mundo, y entonces… entonces ya no será una utopía, será una realidad, como lo fue realidad y lo sigue siendo el hecho que Jesús, el Verbo divino se haya encarnado por nosotros.

El Evangelio nos muestra el episodio de los Reyes magos del Oriente que van en busca del Mesías desperado, siguiendo una estrella, y aunque su nacimiento significa una esperanza cierta para el pueblo, también es cierto que el Hijo de Dios no estuvo exento de peligros y persecuciones desde que nació.
El rey Herodes, viendo que corría peligro su reinado si era verdad que había nacido el “rey de los Judíos”, se aseguró bien de ser informado y de informar a los magos para luego hacer matar al niño.

Aquí se ven dos actitudes bien diversas, por un lado, los Magos, que dedican su vida y se preocupan por encontrar al Mesías, siguiendo un signo, la estrella. Y la otra actitud, la de Herodes, de egoísmo, soberbia y avaricia que lo hace tan ciego de querer asesinar a un niño recién nacido por el solo hecho de verse en peligro su reinado.
Desgraciadamente, en este mundo en que vivimos, reina la segunda actitud, la de la soberbia, la avaricia, el egoísmo, la violencia… y todo porque no sabemos cultivar una actitud de búsqueda de la verdad, del amor y de la esperanza como fue la actitud de los Magos de oriente.

Que en este día de la manifestación de Dios en Jesús, sepamos descubrir real y verdaderamente a este Dios-con-nosotros que se manifiesta en nuestras vidas y nos ofrece una vida mejor, una vida de solidaridad con el pobre, con el que sufre, con el marginado, con el pecador… pues Él dio el primer paso en esto asiéndose solidario con nuestra humana debilidad encarnándose. Amén.

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