Domingo 03 de Julio, 2011
Día del Señor
Acuérdate, Señor, de tu misericordia
El Señor es siempre fiel a sus palabras
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Zacarías (9, 9-10)
Esto dice el Señor: “Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.
El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 144
Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (8, 9. 11-13)
Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que la paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
La profecía de Zacarías nos muestra una visión distinta de lo que esperaban algunos fanáticos de la época de Jesús, donde buscaban un mesías triunfante, que sea nacionalista, opositor del poder invasor de turno. Zacarías brinda una visión que se refiere mucho a las aspiraciones de las comunidades del pos-exilio babilónico, pues intentan construir la identidad nacional desde la esperanza de un mesías que fuera capaz de encaminar al pueblo por y desde la justicia, la paz y la solidaridad. Una gran utopía que se realizaría en un nuevo gobernante que debía ser humilde, justo y pacífico. Pero las humildad de quien anda en la verdad y no en la sumisión o conformismo. Una justicia donde se le da a cada persona según sus necesidades y no desde sus ambiciones. La paz como actitud indispensable para solucionar los conflictos.
En el evangelio de Mateo se nos presenta a un Jesús que coincide con las características de mesías provenientes de la profecía de Zacarías. Jesús cumple con la profecía pues es una persona pacífica y humilde. Por eso, Jesús no se identifica con los ideales del Mesías de su época; Él no es un militar aguerrido encargado de eliminar al imperio romano, no es alguien que se impone por la fuerza….
Jesús, condice con la imagen de las grandes tradiciones proféticas. Por esta razón, los valores como la paz y la humildad, conforman los elementos necesarios para la misión.
La humildad, y el ser pacífico de Jesús hacen una nota característica que alcanza a los pobres y excluidos de la época. Por esto Jesús insiste en la necesidad de asumir el “yugo suave” y la “carga ligera” que vienen de Él, pues sabe de nuestra vida, de nuestras situaciones, de nuestras luchas, etc.
Jesús nos muestra así que Él es el único que puede cargar con nuestras miserias y porque nos conoce quiere que tomemos su yugo suave y su carga ligera, pero no el yugo de los “grandes maestros” que hacían vivir a sus discípulos cosas que ni ellos mismos quizás vivían, así todo se volvía una carga pesada e insoportable por intentar vivir algo que se hacía pesado por el ritmo y estilo de vida vivido como imposición.
Jesús dice que tomemos su yugo que es suave y su carga ligera, pues Él toma sobre sí mismo nuestras dolencias, nuestras miserias y pesares para devolvernos todo con humidad, mansedumbre, y esto aplicarlo a la comunidad entera en su propia vida, una comunidad donde los lazos de la solidaridad, el afecto y el respeto, hagan que el pueblo de Dios elegido se transforme en familia, una familia-comunidad donde los sencillos, y los pequeños encuentren un importante y sean los generadores de una nueva manera de vivir según los ideales de Jesús.
Pidamos al Señor de saber poner en Él todo aquello que nos agobia para encontrar alivio en Él, pues nos dice: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.
Gracias Señor porque seguirte a Ti no es una carga, sino un descanso, porque lo que tú pides que vivamos no es algo imposible sino algo hermoso de realizar, una comunidad donde reine la paz y la humildad, la comprensión y la aceptación, porque Él nos dio primero el ejemplo. Amén.
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