jueves, 22 de diciembre de 2011


Domingo 25 de Diciembre, 2011
Solemnidad de la Natividad del Señor-Ciclo B

Hoy nos ha nacido el Salvador
Regocíjese todo ante el Señor
Que todos los pueblos aclamen al Señor
Cantemos al Señor un canto nuevo

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (52, 7-10)
¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que anuncia la paz, al mensajero que trae la buena nueva, que pregona la salvación, que dice a Sión: “Tu Dios es rey”!
Escucha: Tus centinelas alzan la voz y todos a una gritan alborozados, porque ven con sus propios ojos al Señor, que retorna a Sión.
Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor rescata a su pueblo, consuela a Jerusalén. Descubre el Señor su santo brazo a la vista de todas las naciones. Verá la tierra entera la salvación que viene de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 97
Toda la tierra ha visto al Salvador.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.

Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos. Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey.

Segunda Lectura
Lectura de la carta a los hebreos (1, 1-6)
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por medio del cual hizo el universo.
El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa.
El mismo, después de efectuar la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la majestad de Dios, en las alturas, tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más excelso es el nombre que, como herencia, le corresponde.
Porque ¿a cuál de los ángeles le dijo Dios: Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy? ¿O de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo? Además, en otro pasaje, cuando introduce en el mundo a su primogénito, dice: Adórenlo todos los ángeles de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (1, 1-18)
Gloria a ti, Señor.
En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz.
Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.
Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’ ”.
De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
            Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida que se encarnó y nació del seno purísimo de María permanezca siempre con todos ustedes y que su paz habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
            Hoy celebramos la fiesta del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y se inicia el tiempo de Navidad.
La lectura del libro de Isaías es un canto de alabanza porque se anuncia la liberación de Jerusalén a través del anuncio de que el pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz, y esa luz es gracias al anuncio del nacimiento de un niño que será causa de liberación y de salvación para todo el pueblo, y Él restablecerá la justicia y el derecho entre los suyos. En el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría del pueblo de Israel se encuentra exiliado en Babilonia, son esclavos de los Asirios. Para nosotros hoy, esa promesa se cumple en Cristo Jesús, que se encarna y viene a traernos la luz de la vida y nos alcanza la salvación, es el mensajero que trae buenas nuevas.
            La carta a los Hebreos expresa que muchas veces y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas, pero en estos últimos tiempos nos habló por medio de su Hijo a quien instituyó heredero de todo. Este himno es a Cristo Jesús, el Verbo y Palabra de Dios. Y es en cierto sentido lo que el Evangelio nos presenta hoy: En el principio la Palabra se encuentra al lado de Dios y por ella son hechas todas las cosas. Es la Palabra preexistente, junto a Dios y antes de todos lo tiempos. Esta Palabra, que es Jesús puso su Morada entre nosotros, se hace carne, asume la condición humana, se hace uno de nosotros.
            Jesús es el Dios con nosotros viene a asumir nuestra carne, nuestra vida humana, nuestro pecado, pero también su venida es una venida de redención, de inmenso amor, y en su nacimiento, está reflejada en la ternura de un niño.
            No hay en la historia gesto más grande que este, el de un Dios hecho como nosotros para poder llevarnos a Él. Esto es signo de un gran amor por ti, por mí, por la humanidad entera.
            El signo de la encarnación del Verbo divino no fue para facilitarnos la vida, para quitarnos el sufrimiento, o para que vivamos despreocupados sin asumir su Palabra, sino que vino para enseñarnos a vivir, para que aprendiéramos a vivir como Él, es decir, encarnados en nuestra propia realidad que es en ella donde Él se nos manifiesta y es en esa realidad donde Dios nos sembró y donde debemos florecer; es así que vino para darle sentido a nuestras vidas, a nuestro dolor y a nuestras alegrías.
            Este es un hermoso gesto de amor de parte de Dios, que aún siendo pecadores e inmerecedores de su gracia, se haya abajado a nuestra condición humana para regalarnos su misma vida divina.
            Por eso, que esta Navidad no pase desapercibida, que sea una verdadera Navidad, una verdadera fiesta para celebrar a Dios hecho niño, al Dios con nosotros, al Dios hecho carne.
            Esta es la misma dinámica que estamos invitados a asumir y a vivir como cristianos, es mediante la encarnación, asumiendo la realidad donde vivimos donde Dios nos sale al encuentro. Él quiere que vivamos encarnados, para hacer que nuestra realidad sea una historia de salvación escrita por Él en nuestras vidas. ¡¡MUY FELIZ Y BENDECIDA NAVIDAD!! Amén.

1 comentario:

Angelo dijo...

Ojalá que todas la luces, incluidas las de la Iglesia, nos hagan recordar que Belén significa “La casa del Pan” y que el pan de la eucaristía que vamos a recibir en el día de Hoy nos haga compartir y repartir el pan de la dignidad humana a todos los que nos rodean.
Feliz Navidad.