martes, 18 de septiembre de 2012

Vigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 16 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Señor Dios, qué valioso es tu amor
Caminaré en la presencia del Señor

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (50, 5-9)
En aquel entonces, dijo Isaías:
“El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 114
Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba.

Redes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara.

El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos.

Mi alma libró de la muerte; del llanto los ojos míos, y ha evitado que mis pies tropiecen por el camino. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 14-18)
Hermanos míos:
¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?
Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice:
“Que te vaya bien; abrígate y come”, pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.
Quizá alguien podría decir:
“Tú tienes fe y yo tengo obras.
A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (8, 27-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta:
“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos le contestaron:
“Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas”.
Entonces él les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Pedro le respondió:
“Tú eres el Mesías”.
Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras:
“¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.
Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo:
“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Si nos quedamos en el evangelio, quién sabe si Jesús tuvo curiosidad por saber lo que la gente opinaba o decía de Él, y obtuvo la respuesta. Pero la segunda pregunta era mucho más profunda y personal, y Pedro, inspirado por el Espíritu respondió que era el Mesías.
         Jesús, luego de mandar que no dijeran nada a nadie de que Él era el Mesías, comenzó a instruir a los apóstoles sobre qué iba a suceder con este Mesías, y ahí fue donde Pedro llevando aparte a Jesús lo reprendió. Seguramente, y de hecho era así, Pedro tenía una imagen del Mesías muy distinto a lo que Jesús les estaba comunicando; y esto se puede ver en que cada grupo de la época esperaba un Mesías a su medida, a su modo de vida, un Mesías de acuerdo con lo que ellos vivían o profesaban en los distintos grupos político-religiosos de la época de Jesús.
         Quizás nadie se había percatado –o a lo mejor sí- que el Mesías debía pasar por lo que ya antes había anunciado el profeta Isaías, y que vemos en este domingo algún fragmento: “El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado…?
         Es difícil poder entender que el Mesías esperado desde antiguo debía sufrir todo eso, ¿con qué motivo? ¿por qué razón? Si este Jesús tenía poder de hacer milagros, hasta de revivir muertos, y de atraer a la gente con su palabra… ¿por qué pasar por todo eso que Él decía a sus discípulos?
Y es que este Jesús –el Dios y hombre verdadero- el Verbo encarnado, no vino para facilitarnos la vida, no vino para solucionarnos el hambre del mundo o las enfermedades, o la muerte, o liberarnos de los poderosos y opresores, ¡NO! Jesús vino a través de la encarnación y se hizo uno como nosotros porque de ese modo nos enseñó lo que significa vivir encarnados, vivir lo que nos toca vivir, aún cuando sea muy doloroso. Y es que el vivir pasa por la encarnación, y es en y a través de ella que el hombre puede dejar que dios obre y actúe. Jesús nos enseñó el camino, por eso su discurso en el evangelio de este domingo nos dice: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”. Tomar la cruz significa hacernos cargo de lo que implica el vivir cada día con sus fatigas, sus dolores, sus sufrimientos, y también sus alegrías y esperanzas.
Te pedimos Señor que nos ayudes a vivir como Tú nos enseñaste, a través del camino de la encarnación, es decir, viviendo encarnados en lo que nos toca vivir en el día a día, en la espiritualidad de lo cotidianos, haciendo a Dios presente y a la vez hacerlo partícipe de nuestra vida, de nuestra historia, para que Él la transforme en historia de salvación. Amén.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 09 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Señor, ayúdame a cumplir tu voluntad
Sedienta, mi alma te busca a ti, Dios mío

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (35, 4-7)
Esto dice el Señor: “Digan a los de corazón apocado:
‘¡Animo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos’.
Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará como un venado el cojo y la lengua del mudo cantará.
Brotarán aguas en el desierto y correrán torrentes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque y la tierra seca, en manantial”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2, 1-5)
Hermanos:
Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.
Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: “Tú, siéntate aquí, cómodamente”.
En cambio, le dicen al pobre: “Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies”.
¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (7, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
“¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         En el evangelio de hoy se no muestra a un Jesús que está en contacto con los paganos, signo de lo cual ellos también fueron destinatarios del anuncio del Reino por parte de Jesús.
         Es una de las pocas veces que vemos a Jesús fuera de su país. Dice el evangelio que Jesús, desde la región de Tiro se dirigió por Sidón hacia el mar de Galilea, por en medio de los límites de la Decápolis (territorio pagano; en aquel entonces ir al «extranjero» era ir al «mundo de los paganos»), fue en ese entorno que le trajeron un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Él está en medio de gente de otra religión, de personas que no creen en el Dios de Abraham que cree Jesús y los judíos.
         El evangelio no dice que Jesús está entre los paganos con una actitud de evangelización, en realidad tampoco dice porqué está ahí o cuál fue la intención de pasar por allí. Él no está preocupado en convertir a la gente a la fe de Israel en el Dios de Abraham, simplemente pasa y cura.
         Jesús no habla del Reino, pero con su presencia, su actitud, su fama, su testimonio, en cierto modo hace presente, fuera de su territorio, el Reino de Dios. Y es así que en cierto modo a través del bien que hace también evangeliza, anuncia la «buena noticia» para el hombre sin importar su condición; Jesús pasa haciendo “signos salvíficos”, a través de los cuales evangeliza.
         Tenemos mucho que aprender de este gesto de Jesús en los tiempos que corren, pues en una época donde está al orden del día el ateísmo y el pluralismo religioso, etc., llevar a la gente a la fe cristiana es un desafío, pero que pasa por un dar testimonio de lo que uno vive y está convencido. Entonces para los que intentamos vivir comprometidos con el evangelio será un continuo camino de conversión donde el motor será el amor de Dios y el enamorarnos de Dios para ser testigos y dar testimonio de ese encuentro con Él, al cual los que nos vean se sientan entusiasmados, y poder seguir a Jesús con radicalidad.
         El misionero cristiano se inspira en Jesús, es decir, no debe buscar la conversión de los «paganos», sino su conversión al Reino de Dios.
         Santiago, en su carta, nos ilumina sobre el asunto, pues hace un llamado a la fraternidad y a un “no hacer distinción de personas en la asamblea”, pues quien obra así no puede ser cristiano. Él, en su carta, habla de las diferencias y desigualdades que hay en la misma comunidad, lugar donde tendría que existir el amor y el respecto, la comprensión, la aceptación del otro, sin preferencias por nadie… dicha fraternidad, fruto del mandamiento del amor, empieza en la misma celebración litúrgica y se debe hacer concreta en la relación con los demás miembros de la comunidad. Es por eso que cada vez que el cristiano celebra la Eucaristía debe asumir un mayor compromiso de amor, para que haya coherencia entre lo que se celebra y lo que se vive, para que realmente se pueda ir viviendo e instaurando el Reino de Dios ya aquí en la tierra, como nos lo dice el profeta Isaías, que es profeta de la consolación, pues el pueblo de Israel, en medio del dolor del destierro, necesita una voz de esperanza, y se los invita a que «no tengan miedo», y a confiar en Dios.
         Que podamos vivir como Jesús, comprometidos y enamorados del Reino, para que nuestro testimonio de hermanos sea profecía para el mundo de hoy, y que viéndonos, se entusiasmen en seguir a Dios, al Dios de la vida y del verdadero amor al prójimo. Amén.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Domingo XXII del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 02 de Septiembre, 2012

Día del Señor
Ten piedad de mí, Dios mío
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Primera Lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (4, 1-2. 6-8)
Moisés habló al pueblo, diciendo: - "Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos,
 dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?".
 Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 14
"Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"
 El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales  y no calumnia con su lengua. "Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

El que no hace mal a su prójimo 
 ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. "Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

El que no presta dinero a usura
  ni acepta soborno contra el inocente  El que así obra nunca fallará.
"Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?"

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (1, 17-18. 21b-22.27)
Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.
 Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (7, 1-8. 14-15. 21-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús "¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores"? Él contesto: "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres." Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro".
 Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
 Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Los textos bíblicos de hoy nos ponen en confrontación con una realidad que vivimos a diario, y que muchas veces no nos deja vivir en autenticidad, traduciéndose en hipocresía.
         El Evangelio nos habla de algunos fariseos y escribas que se acercaron a Jesús con intención de cuestionarlo y criticar, viendo que algunos de sus discípulos comían con las manos sin habérselas lavado: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Porque los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).
         Jesús les contestó que Isaías había hablado ya de este tipo de personas pues: “¡Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos! Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.
         Moisés había hablado al pueblo ya antes, diciendo: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir… Cumplan los mandamientos del Señor que yo les enseño, como me ordena el Señor, mi Dios. Guárdenlos y cúmplanlos porque ellos son la sabiduría y la prudencia de ustedes a los ojos de los pueblos”.
         Pero estas leyes o normas de las cuales habla Moisés son normas necesarias para vivir, ¿por qué entonces Jesús se queja de los escribas y fariseos al hablar del cumplimiento de las normas? En realidad Jesús no se queja de cumplir las leyes prescriptas, sino del modo en cómo se aplican y en el modo en el cual viven, pues cumplen las normas a la perfección pero sus corazones están lejos del amor a Dios y al prójimo, pues se quedan en legalismos que matan el corazón y el espíritu.
         Por eso, el salmo nos invita a vivir en un modo diverso las normas y reglas de vida, pues el hombre que procede honradamente y obra con justicia ése es el que “es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia. Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo. Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes, ése será agradable a los ojos de Dios eternamente”.
         Pero en este camino de conversión y de amor genuino a Dios y a los hermanos no estamos solos sino que sabemos que aquello que recibimos es beneficio y que todo don perfecto viene de lo alto.
         Aceptemos con docilidad la palabra que Dios ha sembrado en nosotros y es capaz de salvarnos. Pongamos en práctica esa palabra y no nos limitemos a escucharla, así no nos engañaremos a nosotros mismos. “Pues la religión pura e intachable a los ojos de Dios consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido”.
         Vivamos ayudados de las normas y preceptos que Dios nos confía para ser mejores cristianos, pero vivamos al mismo tiempo en la libertad de los hijos de Dios, donde el amor prima por sobre la ley y da plenitud a la Ley.
         Que el Dios de la Vida y del Amor nos colme con su gracia para vivir en la plenitud del amor hacia él y nuestro prójimo. Amén.

sábado, 25 de agosto de 2012

Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 26 de Agosto, 2012

Día del Señor
Ten piedad de mí, Dios mío
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Primera Lectura
Lectura del libro de Josué (24, 1-2. 15-17. 18)
En aquellos días, Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: “Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir:
¿A los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor”.
El pueblo respondió:
“Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos y en los pueblos por donde pasamos. Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 33
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.

Los ojos del Señor cuidan al justo, y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo.

Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas.

Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (5, 21-32)
Hermanos:
Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.
Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada.
Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Este es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 55. 60-69)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”.
Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron:
“Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo:
“¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar).
Después añadió:
“Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce:
“¿También ustedes quieren dejarme?”
Simón Pedro le respondió:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Hoy terminamos con la lectura del capítulo 6 de san Juan, donde a partir del milagro de la multiplicación de los panes Jesús comienza su discurso sobre el Pan de Vida.
         En la primera lectura vemos a Josué (sucesor de Moisés) que organiza una gran asamblea de Siquém, convocando a las tribus. El punto central originario está en el Éxodo, pues el pueblo debe aceptar e identificarse con el Dios del Éxodo: que es quien ha visto la opresión del pueblo en Egipto, que oyó los gritos de dolor el sufrimiento de su pueblo elegido, es el “YO SOY” que está, que actúa, que obra, que permanece con su pueblo, es el Dios de los Padres.
         Las tribus, si bien son distintas, se reúnen en torno a la figura de este Dios del Éxodo, y pasa a ser un pueblo: Israel. Yahvé es quien ha celebrado la alianza con su pueblo y ahora es quien reúne a todas las tribus bajo una misma alianza, y el corazón de esta alianza de las tribus es la fe común en este Dios de los pobres de Yahvé. Lo cual supone dejar a los dioses “extraños” a los dioses cananeos y egipcios, que generan esclavitud y muerte. Se trata de cambiar esos dioses por el Dios del Éxodo, el centro de esta gran asamblea es la Pascua (del Éxodo).
Tal alianza se la puede identificar con el texto que nos propone Pablo en su carta a los Efesios. Sus palabras pueden arrojarnos luz para entender este pacto de amor entre Dios y las tribus de Israel.
         Por otra parte, en el evangelio Jesús nos dice: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”, tales palabras chocan con la mentalidad de la gente.
         Es un discurso duro, no fácil de entender. Si nos ponemos en el lugar de la gente de esa época, seguramente nos parecería que este personaje Jesús se volvió loco, ¿cómo es esto de que hay que comerlo para tener vida? ¿cómo es que su carne y su sangre son comida y bebida verdadera?          Y sí, la palabra de Jesús nos desestabiliza, nos escandaliza, nos hace cuestionar nuestras ideas, nuestras costumbres, nuestra vida diaria, hasta a veces, incluso, llegamos a decir como los discípulos: “Es duro este lenguaje, ¿quién podrá aceptarlo? Sin embargo, aunque no comprendamos, creemos, y la respuesta para un corazón creyente es un “SÍ”, aún con todos los límites de nuestro creer, de nuestra vida, de nuestros planteos, de nuestras infidelidades…. Queremos seguirlo e imitarlo.
         Seguramente si Jesús nos presentaba un discurso más suave, no tan comprometedor y no tan difícil de entender hubiéramos dicho que sí, pero no desde una fe madura, en cambio no fue así, y a veces hoy tratamos de cambiar y “endulzar” las palabras de Jesús para que sean más aceptables, para que no nos molesten, para que no nos escandalicen, pero eso no es ser fieles a Jesús en su mensaje. Y puede suceder que “lleguemos a convertir” la Palabra de Jesús en algo rutinario, algo ritual y sin sentido porque así no me llega y no me comprometo, pero mientras me cuento la historia de ser fiel a Dios y su mensaje.
Hoy en día muchos vivimos una fe poco madura y escasamente comprometida, se prefiere “cumplir” -si es el caso- con la fe y con Dios, muchas personas viven con indiferencia su fe, y hacen del mensaje de Dios una fe a su medida y toman su propio camino, quizás se contentan con el recuerdo del bautismo y con el “cumplir” con las ceremonias religiosas.
Pero creo que para quienes deseamos seguir al Maestro, más allá de que su discurso sea duro y poco comprensible, deseamos escuchar esa voz del Maestro, y llegar a decir con Pedro a Jesús ante el abandono de los que no comprendían: ¿Señor, a quién iremos?, sólo tú tienes palabras de vida eterna”.
Esto puede ayudarnos a revisar y a plantearnos cómo vivimos nuestra fe, y concretamente nuestras eucaristías, aprovechando el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida. Nuestra fe y la vivencia de la Eucaristía ¿generan un mayor deseo de crecer y alimentar la unión con Dios y los hermanos? ¿Van cambiando y haciendo madurar nuestro modo de vivir, de pensar y de actuar? ¿Nos ayuda a identificar la presencia de Dios entre los hermanos y en el mundo? ¿Nos ayuda a liberarnos de los falsos dioses a los cuales muchas veces rendimos culto por no saber seguir al Maestro y no saber aferrarnos al Dios del Éxodo?
Te pedimos Señor Jesús, vos nos dijiste: «Yo soy el Pan de Vida», asístenos con tu amor y tu gracia para poder reconocerte como Pan de Vida, y alimentar así nuestra unión contigo y nuestros hermanos, y llegar a ser también nosotros pan de vida para los demás, porque nos dijiste: “tuve hambre y me diste de comer, cada vez que lo hicieron con mis hermanos más pequeños, era conmigo mismo con quien lo estaban haciendo” (Mt 25,35). Amén.

sábado, 11 de agosto de 2012

Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


Domingo 12 de Agosto, 2012

Día del Señor
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor
Yo soy el pan vivo, dice el Señor

Primera Lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (19, 4-8)
En aquellos tiempos, caminó Elías por el desierto un día entero y finalmente se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo:
“Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres”. Después se recostó y se quedó dormido.
Pero un ángel del Señor llegó a despertarlo y le dijo:
“Levántate y come”. Elías abrió los ojos y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y un jarro de agua. Después de comer y beber, se volvió a recostar y se durmió.
Por segunda vez, el ángel del Señor lo despertó y le dijo:
“Levántate y come, porque aún te queda un largo camino”. Se levantó Elías. Comió y bebió. Y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 33
Haz la prueba verás qué bueno es el Señor.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.

Confía en el Señor y saltarás de gusto; jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.

Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él.

Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios (4, 30—5, 2)
Hermanos:
No le causen tristeza al Espíritu Santo, con el que Dios los ha marcado para el día de la liberación final. Destierren de ustedes la aspereza, la ira, la indignación, los insultos, la maledicencia y toda clase de maldad. Sean buenos y comprensivos, y perdónense los unos a los otros, como Dios los perdonó, por medio de Cristo.
Imiten, pues, a Dios como hijos queridos. Vivan amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
 Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 41-51)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían:
“¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?”
Jesús les respondió:
“No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas:
Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.
Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Comentario a la Palabra de Dios
         Queridos hermanos y hermanas, que el Dios de la vida permanezca siempre con todos ustedes y que su paz de Cristo habite en sus corazones y sean signo de la presencia del Amor en medio del mundo por medio de la acción del Espíritu Santo.
         Seguimos en este tiempo con la lectura del capítulo 6 de san Juan, donde a partir del milagro de la multiplicación de los panes Jesús comienza su discurso sobre el Pan de Vida.
         La narración sobre el profeta Elías en el primer libro de los Reyes es la continuación de lo que había realizado  en ese holocausto donde Dios se había manifestado de manera patente, y pasando luego al filo de la espada a los profetas de Baal por no seguir al Dios verdadero; luego de ello, y de sentirse sólo y perseguido, se da cuenta que no tiene sentido su vida y su misión. El relato no nos habla solamente de esta simple huida, sino de algo más profundo y simbólico que tiene que ver con la realidad del pueblo mismo de Israel en su salir de Egipto, pues se hace  alusión al desierto donde va Elías y donde estuvo el pueblo, se hace referencia a los padres, se habla de cuarenta días y cuarenta noches de camino, se habla del alimento del pan (maná) y también del agua (que brotó de la roca), al monte santo de Dios. Todo esto nos lleva a pensar a lo que realizó Israel en el éxodo. Quizás se nos da a entender que más allá de una huida también hay una búsqueda (tácita) de las propias raíces, y donde todo terminará al final con un encuentro con Dios.
         Resulta un tanto extraño… ¿cómo es que Elías, con su gran fe, coraje y fortaleza, y “su poder” para hacer milagros ahora se siente débil? Quizás Dios le quiso mostrar que su fuerza no viene de él sino de Dios, y es así que cuando el hombre se reconoce débil, entonces deja lugar a Dios e interviene para ayudarlo y acompañarlo con su fuerza.
         El pan y el agua, símbolos que aparecen en el éxodo, serán los elementos que darán vitalidad al profeta en su propio éxodo de cuarenta días, donde llegará luego al encuentro con Dios.
         La segunda lectura, de Pablo a los efesios nos ayuda en nuestra reflexión, el texto es la continuación de la exhortación realizada. El modo de vivir en el Espíritu, en la unidad del mismo Espíritu tiene su fundamento en Cristo: se trata de vivir en el amor como Cristo; como Cristo ama y se dona a sí mismo en sacrificio, así debe ser el cristiano, donación y oblación, entrega. Es imitar a Cristo, como expresión de hijos en el Hijo. Esta unidad en el Espíritu es la que se debe vivir en cada comunidad cristiana por la vocación recibida por el bautismo, y tal unidad se manifiesta sobre todo en la “fracción del pan”.
         El relato de hoy del evangelio de Juan habla sobre el escándalo que se suscita en los judíos al decir Jesús que es “el Pan de Vida”, el pan “bajado del cielo”. Tal escándalo es normal, pues para los judíos, para quienes conocían a Jesús, era un discurso sin sentido, sin explicación. Si conocen a Jesús desde niño, conocen a sus familiares, ¿cómo puede ser que sea verdadero o real lo que está diciendo?
         La figura del escándalo se debe al no poder ir o ver más allá de la humanidad de Jesús. Pero también, y por sobre todo, adherirse a Jesús y a su mensaje es obra también de la acción de Dios, pues es quine suscita la fe y ayuda a la persona a creer y atraerlo hacia Jesús.
         Pareciera que conocen a Jesús, pero es apenas un conocimiento superficial; descubrir a Jesús como hijo de Dios, y adherirse al mensaje de fe a él es un paso que exige despojarse totalmente de prejuicios y conceptos o esquemas hechos a nuestra medida para poder descubrirlo y poder llegar a Dios a través de Él.
         Jesús en su discurso hace referencia al maná del éxodo y él mismo se reconoce y se presenta como el pan verdadero que da vida a quien lo come. Tal discurso es difícil de entender, pues hace falta hacer ese camino de despojarse de uno para llenarse de la gracia y la acción de Dios: “Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida.
         Creer en Jesús es ya alimentarse de Él, Pan de vida. Que podamos descubrir a Jesús Pan de vida en nuestras vidas y alimentarnos de Él, que nos ayude a despojarnos de todo lo que no es de Dios, y estemos abiertos a la gracia y a la búsqueda y al encuentro con el Dios verdadero. Amén.